Valle de Lerma: Lo que deja la lluvia: casas, rutas y cultivos destruidos
El Valle de Lerma vuelve a quedar a merced de las inclemencias climáticas debido a una infraestructura deficiente que año tras año demuestra su incapacidad para afrontar temporales. Las tormentas de gran magnitud, acompañada de granizo y fuertes vientos, golpean a localidades como La Viña, Cerrillos, Rosario de Lerma y La Merced. El saldo, como todos los años, es desolador: hogares anegados, cultivos de tabaco destruidos, rutas intransitables y miles de personas en situación crítica.
El Valle de Lerma vuelve a quedar a merced de las inclemencias climáticas debido a una infraestructura deficiente que año tras año demuestra su incapacidad para afrontar temporales. Las tormentas de gran magnitud, acompañada de granizo y fuertes vientos, golpean a localidades como La Viña, Cerrillos, Rosario de Lerma y La Merced. El saldo, como todos los años, es desolador: hogares anegados, cultivos de tabaco destruidos, rutas intransitables y miles de personas en situación crítica.
En La Viña, los desbordes de los ríos en las calles Mariano Moreno y Belgrano arrasaron con todo a su paso. Vecinos reportaron que el agua ingresó hasta 60 centímetros en algunas viviendas, dejando marcas imborrables tanto en las paredes como en sus vidas. Las imágenes que circularon en redes sociales mostraron el impacto del temporal: un automóvil Renault Logan, propiedad del Dr. Casabela, fue arrastrado cuatro cuadras por la corriente en la calle Belgrano, cerca del hospital local.
El temporal también golpeó duramente la producción tabacalera que está a punto de la cosecha. Un productor tabacalero reportó 70 mm de lluvia en apenas 90 minutos, un volumen que arrasó cultivos en Cerrillos, Rosario de Lerma y Las Pirquitas, en La Merced, donde el granizo destruyó por completo los potreros. Mientras tanto, las rutas nacionales y provinciales quedaron colapsadas. La Ruta 68 entre La Viña y Coronel Moldes, la Ruta 22 en Guachipas y la Ruta 33 en Chicoana, estuvieron cortadas, mientras que en La Silleta, el desborde de un arroyo obligó a desviar el tránsito de la ruta nacional 51 por la provincial 24.
Obras prometidas
Este escenario de devastación evidencia una vez más la ausencia de obras de infraestructura y la falta de planificación. La población no sólo enfrenta las consecuencias inmediatas del temporal, sino que también carga con la frustración de años de promesas incumplidas. Aunque maquinaria pesada de los municipios y la Provincia fue movilizada para intentar mitigar los daños, la realidad es que todo esfuerzo resulta tardío cuando las soluciones estructurales brillan por su ausencia.
Con el verano sin comenzar aún y el pronóstico de más lluvias intensas, el futuro para el Valle de Lerma se antoja sombrío.
Es urgente la inversión en infraestructura, especialmente en obras hídricas. En el caso de la ruta 68, se trabaja de manera precaria. Los vecinos de La Viña, que compartieron sus testimonios en videos, han vivido situaciones desgarradoras. Las marcas del agua en las paredes llegaron a alcanzar entre 50 y 60 cm. Los daños materiales son significativos: muebles arruinados, ropa perdida, colchones, camas, heladeras destruidas. Un vecino se preguntaba de dónde venía el agua, ya que se habla de desvíos hacia las fincas cercanas, que provocan la acumulación de agua en el pueblo. En el paraje El Infiernillo, en la zona alta, la situación fue aún más grave, con una lluvia torrencial que cayó en apenas una hora y media.
El viento, además, generó pavor entre los habitantes, que no se atreven ni a imaginar lo que habría sido para quienes tienen techos de chapa.
Es cierto que fenómenos naturales como estos son incontrolables, pero también es verdad que se pueden gestionar los recursos para evitar tragedias. Hasta ahora, los daños materiales son lo único que se han registrado, pero la pregunta sigue siendo la misma: ¿se espera a que ocurran tragedias aún mayores para actuar? Las zonas más afectadas por el granizo incluyeron Cerrillos, Rosario de Lerma, la zona de Las Blancas, Tres Acequias de Cerrillos, las fincas de San Martín. Estos sectores han sufrido pérdidas económicas significativas, lo que se traduce en menos trabajo y más dificultades para los vecinos.