Transformadores high tech: se fabrican en Córdoba y se venden en Estados Unidos
Exportar transformadores de última generación, de gran porte y que no pueden fallar a las principales industrias de EE.UU. es mucho más que vender naranjas en Paraguay. Y eso está sucediendo desde una planta cordobesa que acaba de ampliarse tras una inversión de US$ 30 millones para satisfacer una demanda que no deja de crecer.
La historia de Tubos Transelectric como exportadora y proveedor confiable en un producto muy exigido como los transformadores eléctricos comenzó a escribirse cuando, “después de 32 felices años en Techint y un paso como secretario de Industria”, Javier Tizado, enviado por un banco a una compañía que en 2004 estaba a punto de cerrar; decidió comprarla.
El año pasado destinaron 50% al mercado interno y el resto a la exportación pero en este 2024 prevén que el 80% de los ingresos llegará por las ventas, sobre todo a EE.UU. Aunque también abastecen a la chilena Codelco, las redes de Paraguay, Bahamas y República Dominicana.
Estos equipos, que en promedio cotizan US$ 2,5 millones cada uno, requieren extrema confiabilidad en su funcionamiento ya que son parte clave de proyectos que involucran US$ 300 a 400 millones.
Transelectric era emblemática con dos plantas en Córdoba pero en la debacle del 2001 casi se cae del mapa. Fue fundada por la familia Fortuna, hoy desarrolladores inmobiliarios en Miami. Se la vendieron al grupo Pérez Companc y luego quedó en manos de los autopartistas Montich que sufrieron los golpes de la recesión hasta que la rescató Tizado junto a su hermano Jorge.
Hace un par de años llegó la nueva generación con Javier y Trinidad Tizado, y credenciales de abogado e ingeniera respectivamente.
Entender la guerra comercial entre EE.UU. y China y los cambios en la globalización tras la pandemia, que implica que los proveedores deben estar cerca, los llevó a diseñar una estrategia para venderle al gran país del Norte que demanda transformadores por US$ 2.000 millones al año.
Se trata de un mercado que se duplicó con los autos eléctricos, el mayor número de artefactos en el hogar y el uso explosivo por los centros de cómputo y hasta las bitcoin en un escenario donde los fabricantes de estos transformadores en el planeta dan plazo de entrega de 3 a 4 años. Ese panorama alienta a quienes requieren equipos a reservar y pagar por anticipado espacios de capacidad en la planta de Córdoba.
Con 30 ingenieros, matemáticos y físicos egresados del Balseiro esta firma fabrica y diseña los transformadores. Emplean en total a 214 personas, algunas egresadas de la escuela técnica Roberto Rocca en Campana.
La producción requiere uso intensivo de mano de obra especializada. Por eso, muchos dejaron de fabricarlos en el mundo. O se mudaron como General Electric que desembarcó en México.
“No damos abasto”, dicen a coro los Tizado y describen un proceso complejo de producción que arranca con el pedido, el diseño del equipo con intercambio de conocimientos técnicos con el cliente, la fabricación, el transporte de una pieza en torno a 100 toneladas y la colocación del equipo para lo que viajan los especialistas de la empresa. Y ese es el momento crítico ya que el pago de los equipos depende de esa conexión exitosa a la red.
Son transformadores que no descansan como sucedía cuando de noche disminuía la demanda, algo que ya no sucede por los centros de cómputo en un país como EE.UU. donde la red eléctrica, de unos 40 años de antigüedad, presenta baches.
Consultados sobre la incidencia del precio del dólar, los Tizado señalan que es solo una parte de los problemas en una “Argentina con altos costos laborales, logísticos y fuerte presión impositiva. Pero acá estamos, somos industriales y seguimos”.
Por cierto, cada paso es un mecanismo de relojería. Para el transporte evitan el puerto de Buenos Aires y van a Zárate o Dock Sud con un flete que incide 12% en el precio final. El transformador debe salir en la fecha señalada ya que en caso de perder el barco, hay que esperar otros 30 días. Hasta ahora, nunca perdieron el barco.