Tartagal: La escuelita de El Bobadal, donde Evelia dejó su vida
Si Evelia viera hoy en la escuela en la que 10 años atrás un puestero ebrio le arrebató cruelmente su vida, no podría creerlo. El lugar luce tan diferente de aquella noche del 3 de octubre de hace 10 años cuando salió a la puerta de la escuela Albergue N° 4161 Provincia de Catamarca del paraje El Bobadal creyendo que su sola presencia habría de disuadir al «Maco» Cortez de atacar a una chica originaria a la que el criollo pretendía tomar por la fuerza.
Era la noche cálida del viernes 3 de octubre de 2014, cerca de las 10 cuando se desató la tragedia; Erica una adolescente originaria que vivía en una precaria vivienda cerca de la escuela del Bobadal, había llegado llorando un rato antes a pedirle ayuda a la maestra Evelia Murillo porque (José Tomás) «el Maco Cortez» quería tener relaciones y ella se negaba.
El puestero también residente a poca distancia de la escuela había estado bebiendo toda la tarde, vio pasar a la chica y quiso tomarla por la fuerza, pero la muchacha se resistió, logró zafarse y corrió hasta la escuela donde Evelia vivía con 8 niños en el precario albergue; allí la chica le pidió ayuda.
Evelia estaba acostumbrada a tratar con los criollos y los originarios del siempre inhóspito, agreste y difícil Chaco salteño y sabía que la palabra de la maestra se escuchaba y se respetaba. Salió a la parte de adelante del deteriorado edificio, lo retó al Maco y le dijo que se fuera inmediatamente del lugar. El puestero la miró en silencio y se retiró hacia su rancho; pero lejos de recapacitar, tomó la escopeta, volvió sobre sus pasos y cuando Evelia lo vio regresar salió de vuelta para reiterarle la reprimenda. Cortez, a poco metros, levantó el arma y le descerrajó un disparo que le impactó de lleno; Evelia se tomó el pecho con ambas manos que comenzaban a teñirse con el rojo de su propia sangre y allí murió en medio de esa soledad y del silencio del Chaco salteño que todo lo encubre, que todo lo inunda.
Un nuevo amanecer
Esta semana, pasados 10 años del hecho de sangre que tuvo como víctima a la maestra jardinera Evelia Murillo, los niños y niñas de ese alejado paraje del Chaco salteño que pertenece al municipio de Tartagal, participaron del acto de inauguración de las nuevas instalaciones de la escuelita albergue El Bobadal, ubicado 58 kilómetros al este de la ciudad tartagalense. Entrar o salir del lugar al que se llega transitando la ruta nacional 86 no es nada sencillo, menos en el verano cuando comienzan las grandes lluvias que hacen totalmente intransitable esa única vía de comunicación que vincula esos puestos, comunidades y parajes con Tartagal.
Así era hace 10 años y lo sigue siendo ahora porque la nacional 86, a pesar de los anuncios, las conferencias de prensa y los grandes carteles nunca se pavimentó. La noche del 3 de octubre de 2014, cuando el puestero Cortez, en venganza por haber defendido a una chica originaria, asesinó a sangre fría a Evelia, los niños que aún permanecían en el albergue, corrieron despavoridos hacia el monte temiendo ser ellos mismos víctimas de la ferocidad del puestero que totalmente fuera de sí lanzaba gritos, insultos y amenazas para todos lados.
Un cambio y un recuerdo
Hoy, pasados 10 años de aquel hecho tan triste, tan lamentablemente incalificable, los chicos de la escuela albergue El Bobadal tienen otra escuela.
Desde hace unos días, se lucen en el lugar paredes pintadas, techos flamantes, muebles nuevos a la que le sumarán mejoras porque hasta una canchita para jugar en los recreos piden los chicos y a la señorita Fabiana.
La escuelita de El Bobadal, tiene otra imagen y muestra otra realidad, pero no por eso debe olvidarse que en ese lugar Evelia Murillo dejó su vida, cruelmente asesinada por defender a una chica originaria de ser una jovencita más de las tantas que son abusadas por los criollos y hasta los propios originarios, quienes a esa práctica tan despreciable y aberrante la llaman casi jocosamente «chineo».
El desarrollo y el final de una tragedia sin límites
Evelia trataba de sostener entre sus manos llenas de sangre lo poquito que le quedaba de vida, pero sin conseguirlo.
Fue recién al día siguiente que la maestra del paraje del Kilómetro 6 recibió un mensaje en su teléfono que otra chica originaria le enviaba desde la zona de El Bobadal. «La mataron a la maestra Evelia» leyó la docente y corrió despavorida hacia la comisaría de Tartagal. Hasta que la comisión policial llegó, pasaron varias horas y allí encontraron el cuerpo sin vida de la maestra en el patio de la escuela. A las horas el lugar se llenó de policías, funcionarios judiciales y políticos, mientras desde las humildes viviendas los originarios miraban tímidamente lo que sucedía. Dos años y medio más tarde, el puestero Cortez fue condenado a reclusión perpetua, pero se dice que por su edad y por cuestiones de salud, logró la prisión domiciliaria. Eso ya poco importa porque se lo juzgó, se lo condenó y a la manera imperfecta de los hombres, se hizo justicia.
El intendente Franco Hernández con alumnos en la inauguración de hace unos días.
La realidad es que la maestra jardinera Evelia, que había pedido el traslado desde la zona de Santa Victoria para poder estar más cerca de Tartagal y volver de vez en cuando con más facilidad a su casa en Salta Capital, que había elegido esos destinos tan difíciles en una zona tan inhóspita, ya no está. Pudo estar vaya a saberse cuántos años más, junto a los más vulnerables que en esos alejados lugares de la Argentina profunda encuentran en la maestra su protección, su seguridad y para quienes la escuela lo es todo, porque no tienen nada.