20 de septiembre de 2024

Sociedades anónimas Deportivas: aguas divididas en el deporte salteño

Parchar por aquí, enmendar por allá, tapar agujeros por el otro costado, poner plata de los bolsillos propios para cubrir deudas, aplicar en cientos de casos psicología infantil y adolescente y hasta cumplir roles filiales para con los deportistas que necesitan contención. 

Esa es parte de la tarea de los dirigentes deportivos salteños, a quienes hoy la realidad los encuentra sosteniendo con todas sus fuerzas y con pocas manos para que no se desplomen las estructuras de tantas instituciones que motorizan la acción social y ejercen la contención para con infinidad de jóvenes que tienen los corrosivos flagelos a la vuelta de la esquina y que encuentran en la práctica saludable del deporte una válvula de escape, un sentido de pertenencia que los ayuda a sentirse importantes y un grupo de amigos.

Antes de adentrarnos en qué son las sociedades anónimas deportivas (SAD) es necesario decir que los principales directivos y voces de referencia del deporte en la provincia, aquellos que día a día suelen cumplir múltiples funciones en la gestión para darle vida a los clubes y asociaciones, hoy son parte de la disyuntiva que por estos tiempos plantea un debate previamente instalado hace décadas en el deporte nacional, y que se reflotó con fuerza con el arribo a la presidencia de Javier Milei, debate que de solo mencionarlo abre una grieta entre dos veredas: esas son las sociedades anónimas deportivas.

Como sucede en el país, en Salta los dirigentes deportivos consultados por El Tribuno también fijaron sus posturas individuales y la línea de pensamiento que baja cada entidad deportiva a la que representan. Algunos consideran que los clubes son y serán de los socios, que son ellos quienes deben administrar sus destinos y recursos y que la asamblea participativa desligada de intereses ajenos y las asociaciones civiles sin fines de lucro como tal son innegociables.

Otros sostienen que es hora de la apertura, de contemplar la posibilidad de sumar inversores privados a través de gerenciamientos para el salvataje de esas fuentes indispensables de acción social. Mientras que algunos optan por introducirse en la «calle del medio», ponderando la democracia de los clubes y la ausencia de lucro, pero entendiendo que el aporte privado, sin resignar la esencia, es fundamental para salvar a las instituciones.

¿Qué son las SAD?

En su primer DNU como presidente, Milei había anunciado que se modificará la ley sobre las sociedades anónimas en clubes de fútbol, dejando que cada uno determine si quiere incorporarse al sistema.

La medida estipula que para poder convertirse en una SAD debe tener el apoyó de dos tercios de los socios de la asociación civil, pero los que decidan ser una sociedad anónima no podrán disputar ningún tipo de competencia hasta que no sea aprobado por AFA en su estatuto (los clubes del fútbol argentino y el presidente Claudio Tapia rechazaron esa postura).

Las SAD aplicada a un club deportivo están orientadas hacia el lucro, buscando beneficios individuales y ganancias. Los principales dueños de los clubes bajo este modelo son inversionistas. En este contexto, los socios no participan en la toma de decisiones relacionadas con la entidad deportiva, ya que la responsabilidad recae completamente en los accionistas, que pueden ser empresas, individuos o entidades, a través de la representación en un consejo de administración. Vale destacar que para respaldar sus operaciones estos clubes pueden atraer inversiones extranjeras y tienen la opción de cotizar en bolsa como vía para financiar sus actividades.

Revés en la Justicia

El decreto en cuestión fue impugnado en marzo de este año en sede judicial a través de una cautelar, por no ser considerada necesaria ni urgente, y por entender que transformar entidades civiles en sociedades anónimas provocaría «daños irreversibles». El Gobierno apeló, la Cámara de San Martín confirmó la decisión de primera instancia y el caso terminó en la Corte. 

La resolución alegó que la aplicación de los citados artículos del DNU de Milei afectaba directamente al derecho constitucional de libre asociación en las entidades deportivas. Además, añadió que suponía una intromisión del Estado en una esfera ajena a cuestiones gubernamentales.

Las voces en Salta

Las SAD son una forma de administración de instituciones que, además de buscar prestigio y logros deportivos, tienen puesto su foco en la parte financiera del mismo: es un modelo que enfatiza la parte empresarial de las entidades, e incluso se traduce en su cotización en la Bolsa y es muy popular en Europa.

Los dirigentes salteños consultados por El Tribuno sobre la viabilidad o no de la aplicación del modelo de SAD en la provincia hicieron foco en la necesidad de discernir las necesidades individuales de cada club, asociación o disciplina. Y que no será idéntica la necesidad de un club de fútbol popular al que los hinchas le exigen competitividad y éxitos deportivos inmediatos, que aquel cuyo principal fin es contener y formar a niños, niñas y adolescentes. Como tampoco será igual la urgencia de las entidades agobiadas por deudas, que aquellas que logran sostenerse con el aporte de socios de manera ordenada y en equilibrio.

«Mentalidad empresarial»

Gustavo Klix, presidente de Juventud Antoniana, fue quien planteó la noción de que recibir aportes externos no debe confundirse con el atentado a la democracia interna de los clubes.

«Todos los clubes fueron fundados con la idea de ser asociaciones civiles sin fines de lucro, donde la administración esté por encima de cualquier beneficio a cambio. Pero lamentablemente las malas administraciones, las gestiones fraudulentas, hoy nos plantean un contexto complicado, donde los ingresos para llevar un club adelante no condicen con los gastos fijos y egresos de cada club», expresó el titular del santo.

«No estoy en contra de que puedan intervenir aportes privados, pero con el cuidado que eso acarrea de no usar a los clubes como empresas. Hay que manejar un club como empresa, pero no dejar que una empresa maneje los clubes. También en Salta tenemos que hacer un mea culpa los dirigentes, que no les damos confiabilidad a las empresas privadas que puedan aportar. Cuesta mucho conseguir ese aporte, por el contexto economico, pero también por las malas gestiones dirigenciales en los clubes», redondeó su idea.

«Yo desde que asumí encontré a un Juventud con muchísimos problemas económicos, juicios, embargos, y en cuatro meses nos seguimos encontrando a cada paso con deudas que nos hacen avanzar más lento. Dependemos muchísimo de los resultados deportivos, que nos lleva a depender de una buena recaudación. El hincha acompaña, pero el aporte de los 3 mil socios ayuda mínimamente a saldar gastos administrativos, la luz y el agua. Si queremos poner a Juventud donde se merece tenemos que tener una mentalidad empresarial», finalizó.

«Que no nos condicione»

Leandro Etchezar, presidente interino de Central Norte, dejó en claro la visión consonante de la dirigencia cuerva: «Todos los clubes son de los socios, está bien que así sea. Central Norte está a favor del modelo actual, somos una asociacion civil sin fines de lucro que se debe a su masa societaria de alrededor de 3 mil socios».

 

«No hay que tenerle miedo», y «sin SAD no hay futuro»

El ejemplo más cercano en Salta a lo que es una SAD tal vez sea Salta Basket, donde un cúmulo de voluntades necesitan indefectiblemente de la canilla privada a falta de socios y de estructura de club. Y su presidente, Fernando Palópoli, se pronunció abiertamente a favor de las sociedades anónimas apuntando al fútbol.

«No hay que tenerle miedo a los cambios, la necesidad del aporte privado es fundamental. Más aún en el fútbol de Salta, donde se juegan torneos en los que la distancia geográfica representa un enorme costo de logística, y eso obliga a buscar nuevas fuentes de financiamiento, lo que no significa quitarles el poder a los socios. No es ‘o las SAD o los socios’, porque puede funcionar de manera mixta. Talleres de Córdoba es un ejemplo exitoso. Nos obliga a pensarlo y no hay que descartarlo por una cuestión ideológica o prejuicio», expresó Palópoli.

«Cuando uno administra mete la mano en el bolsillo para pagar deudas. Los dirigentes somos apasionados por las disciplinas y nadie nos paga por esto. Sin embargo, de nuestra gestión depende gente que sí necesita cobrar: el contador, el psicólogo, el médico, el nutricionista, los jugadores. ¿Cómo cubrís esos gastos sin ingresos de privados? No hay manera de competir», concluyó.

«No hay otra solución»

En consonancia con Palópoli opinó Jorge Gómez, presidente de la Asociación Salteña y vicepresidente de la Confederación Argentina de Hockey. «Si no hay SAD no hay futuro. Sin aporte de alguien no existen los clubes, solo que sean municipales o provinciales. Un presidente de un club aporta mucho más que un socio, pero eso no se ve. Los clubes de primer mundo son todos SAD, en el béisbol, el hockey, son organizaciones privadas que funcionan bien», afirmó Gómez.

«No hay otra solución para que en el futuro cercano tengamos una infraestructura, estadios y todo lo que necesitamos en Salta. Una cancha de agua, como tiene Popeye, cuesta 500 mil dólares, y hay que cambiarla cada cuatro años. Y si el Gobierno no subsidia sería imposible mantener», cerró.

Los éxitos y los fracasos del modelo en el fútbol argentino

Las experiencias en Argentina y en el mundo marcan que las SAD no son ni la salvación ni la perdición sino que, en realidad, depende más de las buenas o malas administraciones que de una figura jurídica.

Si bien en el país no existe el término SAD, sí hay o hubo ejemplos que se asemejan a esa figura mediante el gerenciamiento, un contrato entre el club y una empresa cuyo capital es ajeno a la entidad.

El caso más recordado fue el de Racing con el gerenciamiento de Blaquiceleste S.A. que, si bien cortaron la sequía de 35 años años sin festejos con el Apertura 2001, la gerenciadora, con el empresario Fernando Marín a la cabeza, terminó en la quiebra en 2008.

Tal vez entre los ejemplos más exitosos se ubiquen los dos clubes más populares de Córdoba, Belgrano y Talleres.

En el caso del pirata, el nombre de quien llevó adelante esa administración es conocido por todos, tanto que llegó al sillón de la AFA: Armando Pérez. Con un club quebrado, en 2002, Córdoba Celeste SA se hizo cargo. Pero Pérez entró a la escena en 2005, cuando compra el 70% de la gerenciadora. La parte deportiva es mucho más conocida por el histórico ascenso ante River en 2011, año en el que Belgrano se saneó y también salió de la quiebra.

Otro modelo de éxito comprobado es la T: desde fines de 2014 al club lo preside Andrés Fassi quien llegó de la mano de los socios y es un empresario con contactos en México, que enlazó al club albiazul con el Grupo Pachuca. Desde su gerenciamiento, Talleres triplicó su cantidad de socios, gestó un ascenso meteórico desde el Federal A a Primera y hoy es permanente protagonista en los torneos de AFA, y habitué en instancias decisivas de Copa Libertadores.

En todo este repaso, no puede faltar el nombre de Christian Bragarnik. El empresario y representante estuvo a cargo del fútbol de Defensa y Justicia, donde obtuvo un éxito deportivo sin precedentes con la conquista histórica de la Copa Sudamericana y la Recopa en 2021.

Eltribuno

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