Mundo City: de los saltos del dólar a la recesión permanente, sin escalas
Es como de manual básico, en escenarios financieros inciertos e inestables, cuidarse de alimentar expectativas que no se concretarán o quedarán en el limbo y que, de seguido, pueden derivar en interpretaciones que metan más ruido donde abunda el ruido. Sobre todo si los protagonistas de la obra son nada menos que el ministro de Economía y el jefe del Banco Central.
Algo así pasó alrededor de la convocatoria de Luis Caputo y Santiago Bausili a los CEO y presidentes de los principales bancos públicos y privados del país, y también en una previa de ambos con los periodistas.
El encuentro con los financistas parecía pintar para anuncios asociados a la salida del cepo, a las tasas de interés y a la eliminación de restricciones cambiarias pero nada de eso hubo, sino, en su lugar, algunas explicaciones acerca del régimen de transferencia al Tesoro Nacional de la deuda monumental que el BCRA mantiene con las entidades financieras.
Según datos de la Fundación Capital, se trata de un paquete que ronda los 35 billones de pesos, de los cuales casi 20 billones ya fueron reemplazados por Letras del Tesoro y otros 15 billones esperan turno.
El punto es que semejante montaña de fondos cruzada con supuestos anuncios oficiales fogoneó movimientos especulativos y coberturas preventivas con el dólar blue, los dólares financieros, la brecha cambiaria y el riesgo país. Desconfianza, al fin.
Pasado el sofocón cambiario inicial, el miércoles pasado se reacomodaron las variables aunque no por completo. Quedó el lastre, eso sí, de no haber calibrado bien el impacto que podría derivarse de una reunión de la cúpula económica del Gobierno con la crema de la City, necesariamente cargada de expectativas y en un ambiente muy sensible a los rumores.
Lo cierto en cualquier caso es que las incertidumbres que orbitan cerca del cepo y de las trabas al comercio exterior, más la dolarización y la competencia de monedas siempre en el aire y el futuro tipo de cambio a veces fijo, a veces flotante han armado un barullo que embarulla la recuperación de la actividad económica y los planes de inversión privados.
Hay quienes creen que el piso de la recesión se ubicó entre marzo y mayo pero advierten, al mismo tiempo, un rebote lento, parcial y muy condicionada. Advierten eso y más que eso, como que unos cuantos indicadores de los fuertes confirman que la recesión todavía sigue viva y coleando en sectores considerados clave.
En principio, dos casos de estos días. Uno, el desplome del 40,2% en la producción de autos de junio contra junio del 2023, que poco menos que dobló la caída del 22,6% en las ventas y fue sostenido, también, por un nuevo repliegue de las exportaciones.
El segundo de los ejemplos habla de un saque del 32% a la producción de cemento también de junio, que corre alineado a la caída sin pausa que ese insumo básico de la construcción marca desde abril del 2023, o sea, hace un año largo.
Lamento de quienes ven en la industrialización una puerta al desarrollo, el INDEC acaba de informar que con un 14,8% mayo entró en el listón de los doce meses consecutivos barranca abajo que acumula la producción manufacturera. Sobresalen ahí el 31,6% de la siderurgia, el 28,6% de la maquinaria agrícola, o sea, de la inversión del campo, y el 27,9% de los equipos para el hogar.
Inevitable, los siete meses en la pendiente que sin respiro acumula la construcción, algunos del 42,2% como el de marzo o el 37,3% de abril, están sacudiendo el empleo en un sector muy sensible a los vaivenes del mercado. Las cifras del instituto de estadísticas oficial cuentan que entre mayo 23 y mayo 24 se cayeron 78.000 puestos de trabajo que equivalen al 20% del total.
Se entiende, luego, por qué el temor a la pérdida del empleo ya compite con la inflación en las encuestas que testean las preocupaciones de la gente.
Está claro o debiera estar claro que poco o directamente nada de este cuadro se resuelve con puro relato, y menos si en el discurso aparecen rasgos que suenan a subvaluación del público o a sobreactuación del comentarista. Esto es, un dato bastante común, a veces autoritario, que no suele distinguir colores políticos ni vanidades.
Pregunta de cajón, entonces: ¿sentirá algún jubilado del 65% que recibe la mínima que ahora su haber le va a ganar a la inflación, como pregonan funcionarios del Gobierno? Para el caso, los $ 285.580 de julio con bono de 70.000 incluido que apenas superan el costo de $ 275.518 por adulto de la canasta que mide la pobreza.
Algunas proyecciones de especialistas dudan que al fin y muy concretamente los ingresos de la llamada clase pasiva hayan empezado a sacarle ventaja a los precios, aún con el cambio en la fórmula de actualización.
Por de pronto, al analizar el último informe fiscal del Ministerio de Economía la Oficina de Presupuesto del Congreso afirma que entre enero y mayo el gasto público en jubilaciones y pensiones cayó un 25,8% real, descontada la inflación, comparado con el del mismo período del 2023.
Nada nuevo, tampoco. Así, se estaría repitiendo el harto conocido expediente de convertir a las jubilaciones en variable de ajuste para lo que mande quien manda.
A propósito de lo que sigue en el pregón oficial, la consultora LCG confirma que en abril hubo una mejora del 1,2% en el salario real. Aunque agrega que es la primera propiamente mensual desde junio 2023 y también que medida en términos anuales la mejora vira a una caída del 19,5%.
Finalmente, la inflación de julio.
Los datos de las consultoras revelan que la suba de los alimentos arrastrándose alrededor del 0% que alentaban desde el Gobierno ha sido definitivamente archivada. Ahora manejan, según los casos, un 5,5%, el 3,8% o un 3,6% para el capítulo que define el número final del índice.
El viernes que viene el INDEC dirá si tenemos más de 4,2% o menos de 4,2%, esto es, si continúa la desaceleración o la desaceleración entró en zona de pausa. También se conocerá en qué punto de la carrera está la minidevaluación del 2% mensual que el ministro Caputo no se cansa de ratificar y el mercado no saca del menú.