10 de noviembre de 2024

Madres que crían solas: «En Salta se naturalizó el abandono paterno»

Macarena sale al patio de su casa para poder atender tranquila una llamada telefónica. Sus hijos de 5 y 8 años almuerzan en la cocina mientras ella los mira a través de un ventanal. Sabe que tiene que aprovechar esos cinco minutos para hablar sin interrupciones. Luego le tocará estar todo el día con ellos lo cual implica llevarlos a la escuela, prepararles la merienda, ayudarlos a hacer los deberes, armarles las mochilas, jugar, bañarlos, darles la cena y acompañarlos a dormir. Por la noche aprovecha para limpiar la casa. Macarena es madre soltera no por elección, el progenitor de sus hijos los abandonó y se fue a vivir al sur del país. Ella es esteticista y reparte como puede su tiempo entre su trabajo y la maternidad. «Soy manicurista, podóloga y estilista y a veces tengo que disminuir la cantidad de turnos porque mis hijos demandan todo mi tiempo. Uno tiene autismo y el otro trastorno de déficit atencional e hiperactividad. Me resulta imposible pagar una niñera. A veces siento que estoy al borde del colapso, pero sigo luchando por ellos. Espero tener salud siempre y poder criarlos hasta que sean grandes, sino ¿Qué sería de ellos sin mi?», relató la mujer, quien vive en la zona sur de la ciudad.

Macarena sale al patio de su casa para poder atender tranquila una llamada telefónica. Sus hijos de 5 y 8 años almuerzan en la cocina mientras ella los mira a través de un ventanal. Sabe que tiene que aprovechar esos cinco minutos para hablar sin interrupciones. Luego le tocará estar todo el día con ellos lo cual implica llevarlos a la escuela, prepararles la merienda, ayudarlos a hacer los deberes, armarles las mochilas, jugar, bañarlos, darles la cena y acompañarlos a dormir. Por la noche aprovecha para limpiar la casa. Macarena es madre soltera no por elección, el progenitor de sus hijos los abandonó y se fue a vivir al sur del país. Ella es esteticista y reparte como puede su tiempo entre su trabajo y la maternidad. «Soy manicurista, podóloga y estilista y a veces tengo que disminuir la cantidad de turnos porque mis hijos demandan todo mi tiempo. Uno tiene autismo y el otro trastorno de déficit atencional e hiperactividad. Me resulta imposible pagar una niñera. A veces siento que estoy al borde del colapso, pero sigo luchando por ellos. Espero tener salud siempre y poder criarlos hasta que sean grandes, sino ¿Qué sería de ellos sin mi?», relató la mujer, quien vive en la zona sur de la ciudad.

Testimonios como este, o similares, se conocen día a día. Es que en Salta hay un total de 356.433 hogares y el 48,9% posee una jefatura femenina (en este caso el grupo familiar «decide» que es la mujer quien asume ese rol, puede tener un cónyuge, y no depende del aporte económico). Del total de hogares salteños, un 6% son considerados monomarentales con un total de 20.857. Un hogar monomarental se define como aquel en donde mujeres sin cónyuges son cabezas de familia y poseen a su cargo a hijos menores de 18 años. La edad mínima de una jefa monomarental es de 21 años con hijos de entre 9 y 12 años. La mayoría de las mujeres son separadas, divorciadas o solteras. Las primeras sufren un 60% de mora en el pago de la cuota alimentaria. Los datos corresponden a estudios nacionales presentados en una mesa interdisciplinaria de lanzamiento de la primera encuesta a familias monomarentales en Salta, de manera conjunta entre el Gobierno de Salta y la UNSa.

«Está muy naturalizado en Salta el abandono paterno. A la monomarentalidad se llega de muchas maneras distintas: por viudez o porque tu pareja se va a trabajar por un tiempo a otro lugar y te quedás con los chicos sola haciéndote cargo de todo, pero lo que más sucede, en el norte principalmente, lo cual pude notar desde la investigación antropológica que vengo haciendo hace años es que hay una cuestión estructural que está caracterizada por el abandono paterno», explicó la representante de la Red de Familias Monomarentales en Salta, antropóloga, doctora y profesora universitaria, Florencia Soraire.

Y añadió: «Observé casos de parejas en las que la mujer queda embarazada y el vínculo con el padre del niño o niña se corta, si hubo convivencia se termina y la madre queda viviendo en el lugar con el o los niños y el padre abandona y no cumple con las tareas de cuidado ni mucho menos con la cuota alimentaria».

La canasta de crianza

Según el último informe de valorización de la canasta de crianza publicado por el INDEC, en julio de 2024 se necesita 352.561 pesos para alimentar, vestir, garantizar vivienda, trasladar y cuidar un niño o niña menor de un año; mientras que para uno de entre 1 a 3 años se requieren 418.064 pesos, en tanto, para uno de entre 4 y 5 años se necesitan 346.729 pesos y uno de entre 6 a 12 años 436.261 pesos.

«Suben los alquileres, las cuotas de los colegios, las prepagas y los salarios están congelados. Se incrementó el desempleo y maternar solas en este contexto se complica», sostuvo Soraire.

Con relación a la cuota alimentaria, señaló que «hay una cuestión que yo noto y que es fundamental, que es la falta de información. Aunque el padre no trabaje en blanco, tiene la responsabilidad de pasar el 35 por ciento de un salario básico. ¿De dónde saca esa plata? No importa, porque tampoco a la mamá le preguntan de dónde va a sacar cuando tiene que valer como mamá y papá. Hay una ley al respecto que es de 1950, no es nada nuevo, nada más que nunca se hizo cumplir».

La Red Federal de Familias Monomarentales busca constituirse como la primera asociación civil Monomarentales Argentina (MA) que trabaja para favorecer la vida de las madres que crían solas. Las personas que deseen consultar, obtener información o colaborar con la organización que lleva adelante una colecta para costear los trámites para ser una asociación pueden comunicarse al Instagram: Familia Monomarentales.

Eltribuno

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