20 de septiembre de 2024

Los Vidaurre le abrieron la casa y el corazón a 10 mil peregrinos

En la vivienda de los Vidaurre, Eusebio y su esposa Victoria junto a sus hijos, desde el pasado martes pasado empezaron a amasar y hornear los bollos que fueron distribuidos entre los aproximadamente 10.000 peregrinos que llegaron a la humilde casa, ubicada en la histórica localidad de Cobos, a pocos metros de la autovía 9. El grueso de los caminantes pasó por allí entre el , entre el miércoles 11 y ayer.

En la vivienda de los Vidaurre, Eusebio y su esposa Victoria junto a sus hijos, desde el pasado martes pasado empezaron a amasar y hornear los bollos que fueron distribuidos entre los aproximadamente 10.000 peregrinos que llegaron a la humilde casa, ubicada en la histórica localidad de Cobos, a pocos metros de la autovía 9. El grueso de los caminantes pasó por allí entre el , entre el miércoles 11 y ayer.

Está solidaria tarea lleva 30 años, solo interrumpida en una oportunidad por la pandemia de COVID-19. Lo que comenzó en 1994 con la recepción de un pequeño grupo de peregrinos, se fue incrementando con el correr de los años, hasta transformarse en una parada casi obligada para los caminantes del Milagro, tanto del sur como del norte de la provincia, que miran a Cobos como el último descanso antes de llegar a la tan ansiada ciudad de Salta.

En este pequeño pasaje camposanteño, cuya cantidad de habitantes no supera los 1.000, los cansados pies de los feligreses, reciben la cura de sus heridas, alivio al dolor muscular, alimentos para recuperar las fuerzas, y un descanso reparador para enfrentar el último tramo que los separa de sus Santos Patronos, el Señor y la Virgen del Milagro.

La familia Vidaurre ya no está sola. Desde hace varios años todo el pueblo de Cobos se unió a esta recepción de peregrinos, aportando mano de obra para elaborar los alimentos, donando los insumos, muchos de los cuales llegan también de otras localidades, contando además con el acompañamiento de la Municipalidad, con la instalación de la iluminación, limpieza del gran patio, controlando el desplazamiento de la multitud y con el aporte de insumos.

«Los peregrinos buscan higienizarse. Nosotros contamos con un solo baño, pero este año improvisamos varias duchas que ellos podían utilizar, cuando llegan aquí. Muchos de ellos se meten a la acequia que corre por esta propiedad, por esa razón pensamos en instalar estás duchas», manifestó Doña Victoria mientras introducía la masa de los bollos en el horno para su cocción. No se sabe a ciencia cierta cuántos bollos hornearon, pero sin dudas fue una enorme cantidad para saciar el hambre de los miles de caminantes que pasaron por esa zona.

Eltribuno

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