La nueva oportunidad del ex Padelai: el edificio centenario de San Telmo que estuvo tomado por décadas y quisieron demoler

La historia del edificio que perteneció al Patronato de la Infancia -conocido popularmente como Padelai- es increíble. Pudo haber formado parte del enorme catálogo de edificios «perdidos» en la Ciudad, como la Quinta Unzué (en Recoleta, casa presidencial de Juan Perón y Eva Duarte) o el Pabellón Argentino (en Plaza San Martín, construido para los festejos del Centenario de la Patria); sólo para mencionar un par de las tantas construcciones que ya no existen en territorio porteño.

El Padelai fue abandonado, intrusado, vandalizado, y nuevamente abandonado y ocupado a lo largo de sus más de cien años de existencia.

Ubicado en San Telmo, en 2017 fue recuperado por la Ciudad y se dio inicio a una refuncionalización paulatina; sobre la calle Humberto Primo funciona la Sede Comunal 1 -en el edificio principal de lo que fue el Padelai- y sobre Balcarce avanza la restauración de un pabellón al que se trasladará el CeSAC 15.

En el lugar en donde originalmente había un jardín de infantes y una escuela primaria, funcionarán 23 consultorios para atención clínica, pediátrica, tocoginecológica y odontológica; contará con servicios de enfermería, esterilización y vacunatorios. Por dentro, el edificio está siendo totalmente acondicionado para albergar estas funciones. El centro de salud original funciona ahora a pocas cuadras, en Humberto Primo al 400. El lugar ya se encontraba totalmente desbordado y las personas usuarias y trabajadoras reclamaban la mudanza desde hace años; incluso durante la pandemia, atendieron en la calle, bajo gazebos.

¿Qué era el Padelai? En rigor, qué es. Porque el Padelai aún existe, sólo que su sede actual funciona en Mansilla al 2500, en el barrio de Recoleta. Es una organización sin fines de lucro que administra y sostiene dos escuelas privadas (una en Ciudad y otra en Benavídez) «desde las que imparten educación y valores a miles de niños de familias carenciadas». Reciben donaciones de personas y empresas; y organizan acciones abiertas a la comunidad, por ejemplo, con la Facultad de Odontología de la UBA, para la atención e información odontológica para chicas y chicos.

La actividad central en los años fundacionales del Padelai, en 1892, estaba enfocada en las infancias que migraban desde una Europa en crisis y sumergida en conflictos bélicos. Y en «brindar educación, asistencia, asilo y amparo a los hijos de trabajadores e inmigrantes que deambulaban por las calles de Buenos Aires».

La obra original estuvo a cargo del arquitecto Juan Antonio Buschiazzo, quien era el director del Departamento de Obras Públicas, de lo que en ese momento era la Municipalidad. El catálogo de obras de Buschiazzo en la Ciudad es interminable: diseñó bancos, mercados, iglesias, edificios institucionales, cementerios, hospitales, residencias; incluso barrios, como Villa Devoto.

En el Padelai construyó dos edificios: sobre Humberto Primo, el hospital (como se dijo, en donde hoy funciona la sede comunal); y sobre Balcarce, donde funcionaba el hogar (el nuevo CeSAC). Ambos vinculados por un parque.

El complejo tuvo un uso intenso durante las primeras décadas del siglo pasado y hasta fines del 1940, cuando continuaron llegando inmigrantes de la post Segunda Guerra Mundial. Luego, poco a poco, la actividad filantrópica se fue apagando. Y en los 70 el lugar quedó vacío. En 1984 fue ocupado por 19 familias que con los años conformaron la Cooperativa de Vivienda, Crédito y Consumo San Telmo Ltda.

Bajo esta organización cooperativista reclamaron la propiedad. En 1991, con Carlos Grosso como Intendente, el Concejo Deliberante de la Ciudad aprobó transferirle a esa cooperativa el 70% del dominio fiduciario del predio. A cambio, las familias debían pagar un crédito hipotecario y realizar trabajos de mejoras en los edificios. Pero no cumplieron ninguna de las dos mandas.

El lugar poco a poco se fue degradando a niveles invivibles: los ambientes habían sido subdivididos, se construyeron entre pisos, los pozos cloacales estaban desbordados, había aguas servidas, acumulación de basura e incluso se habían construido viviendas precarias en el que originalmente era un pulmón verde entre ambos edificios.

En 2003, cuando Aníbal Ibarra era jefe de Gobierno, desalojaron a 24 familias en un operativo que dejó medio centenar de heridos y 16 detenidos. Ya con el edificio vacío, se intentó demolerlo, pero la Justicia intervino para frenar esta intención.

Seis años después, la Legislatura aprobó la expropiación del 70% del predio que se encontraba a nombre de los ocupantes. Y luego la Ciudad lo cedió a la agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, por 30 años. Allí la Agencia debía poner en funciones un centro cultural e invertir 6 millones de euros.

Pero las inversiones nunca llegaron y en medio de una crisis económica en España, la Agencia simplemente se fue del Padelai. Sin inversiones y casi sin ningún avance en el proyecto de centro cultural, abandonaron el edificio a su suerte, sin más. La seguridad privada del lugar se retiró y las familias que integraban la cooperativa, volvieron. Así se dio una nueva ocupación del Padelai.

Esta segunda ocupación duró otros cinco años. Al menos el nuevo desalojo fue acordado y organizado entre la justicia porteña, las 35 familias que vivían en el lugar y la Ciudad.

Inicialmente el edificio iba a destinarse al Ministerio de Cultura porteño, pero las dimensiones no eran acordes a la estructura. Así se decidió que se convirtiera en sede comunal el ala de Humberto Primo. Según la información del Ministerio de Salud, esperan que el edificio de Balcarce pueda ser inaugurado en poco tiempo más. Así se reescribirá un capitulo más en la historia del Padelai.