9 de octubre de 2024

Infraestructura escolar, la gran deuda pendiente de Educación en Salta

Día a día se publican noticias sobre los problemas edilicios que existen en las escuelas de Salta. Lamentablemente sólo se muestran las fotos y no la película completa. Lo real es cada día son más casos de edificios con graves deficiencias y con soluciones lentas. Los problemas no son sólo en la ciudad de Salta sino en casi todo el interior. 

Son 2.322 instituciones educativas, tanto de gestión estatal como privada , las que funcionan en Salta, que contienen a más de 470 mil alumnos de nivel Inicial, Primario y Secundario. Sin dudas que los números gigantescos, pero se debe decir que son infancias y adolescencias las que transitan la Educación Pública junto con sus familias.

Sólo vamos a tomar algunos de los casos que llegan hasta la Redacción. Seguramente habrá más escuelas con graves problemáticas vinculadas a la histórica falta de obras; sabemos que no es un fenómeno de este año. Pero sí, que en el presente ciclo lectivo se profundizó por la falta de envío de recursos del Gobierno nacional.

El Tribuno intentó obtener información del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Provincia sobre la cantidad de edificios en malas condiciones y las obras que se están realizando. Desde esa cartera afirman que es Infraestructura de la Provincia la encargada de las obras. Desde esa última dependencia dijeron que la información la tiene Educación.

La escuela 4757 «Alberto Tito Vera», del paraje de La Medialuna, departamento San Martín, Municipio de Embarcación, lleva más de dos meses sin agua. En todo este tiempo, en esa escuela, no pudieron cocinar y los padres ya levantaron la voz de la protesta.

Estamos hablando de una escuela situada en un paraje de Chaco salteño, muy cercano al río Bermejo, límite con el departamento Rivadavia Banda Norte.

Para llegar a ese paraje desde Salta primero hay que recorrer los 272 kilómetros que hay hasta el pueblo de Dragones, sobre la ruta nacional 81. Luego se deben recorrer otros 20 kilómetros al sur.

A esa escuela asisten unos 60 niños siendo más del 90 por ciento de su matrícula indígenas del pueblo wichi que desde tiempos ancestrales permanecieron viviendo al costado del río.

Desde hace casi dos meses que tienen problema de falta de agua y todas las actividades institucionales debieron suspenderse, incluida el servicio de comida.

Estamos hablando de una escuela primaria ubicada en una zona con declarada emergencia alimentaria y es por eso que la preocupación de los padres es grande.

La indignación de los caciques es que el Municipio va a destinar más de 100 millones de pesos en el festival del cumpleaños de Embarcación, pero no pueden mandar camiones cisternas a las escuelas, que en general no están padeciendo la sequía. 

El Tribuno habló con Lucio Rodolfo Aranda, delegado municipal de Fortín Dragones, y dijo que el problema es de «filtros». Se compró una nueva bomba y que la Empresa Gutiérrez arregló los filtros. «El sistema no tiene el funcionamiento óptimo, pero la escuela tiene agua. Veremos cómo sigue todo en esta sequía que nos está afectando a todos y que en algún momento van a faltar los camiones cisterna», dijo Aranda.

Todo concuerda con lo que dicen los caciques. Las bombas solo extraen 20 minutos de agua y luego se corta por horas. La solución parece estar en perforar más profundo, según las fuentes de Aguas del Norte.

Escuela 4757 «Alberto Tito Vera», del paraje de La Medialuna.

En Morillo

Las familias de la comunidad educativa de la escuela 4229 «Tambor de Tacuarí» tomaron el edificio, durante 15 jornadas, como medida extrema para hacer oír sus reclamos. Y llevan ya tres generaciones realizando pedidos de mejoras edilicias. El edificio de la institución está ubicado en el barrio Villa Las Rosas, de la localidad de Coronel Juan Solá (Estación Morillo).

Tiene una matrícula de 370 alumnos, distribuidos en los dos turnos. La escuela está tomada por padres de la comunidad originaria wichi de los parajes La Cortada, Chañar II, Villa Primavera.

Piden tener una cocina. Pero también que les arreglen los techos porque viven murciélagos. Y que les arreglen los pozos ciegos. Llegó la gente del Ministerio de Educación, negociaron y el miércoles de la semana pasada levantaron la toma con la promesa de comenzar la obra este miércoles.

Lo de la cocina, es el mismo problema que tienen en la escuela de Cortaderas N° 4125, Isla de Cañas, donde en 2012 le repararon las estructuras generales del edificio y de los sanitarios; pero siempre los arreglos son a medias y los pozos ya colapsaron. La comunidad pide que le hagan un fogón, porque se usa diariamente para cocinar y preparar el desayuno. Desde hace dos años que los de Infraestructura de la Provincia le prometen la obra mínima, pero no la cumplen.

Familias de la comunidad educativa de la escuela 4229 «Tambor de Tacuarí» toman el edificio.

El Saladillo

Obras tan simples le cambian la vida a las trabajadoras de la educación y los estudiantes. Como por ejemplo la escuela 4463, del paraje El Saladillo, departamento de La Poma, que está con un flamante albergue, inaugurado en abril de este año, que se consiguió luego de dos años de gestiones de la comunidad, publicaciones en este medio,  pero que está sin luz desde hace un mes. Le pusieron paneles solares con inversores de marcas chinas que se quemaron y que ya pidieron el recambio, pero que no llega.

Las familias aseguran que desde el 4 de septiembre no hay luz para los albergados, que los equipos no son aptos para la montaña y que los supervisores y hasta la ministra Fiore está al tanto de lo que sucede en ese pareja, pero que hasta ahora no hay repuestos.

En consecuencia, las niñas y niños cenan y estudian a la luz de las velas, con todo el peligro que implica tener fuego dentro de un albergue estudiantil.

Escuelas sin terminar

La escuela Joaquín Castellanos, de la ciudad de Salta, no es la única que sufre por la falta de continuidad de las obras. El 25 de noviembre de 2022 iniciaron las obras de mejoras y ampliación del edificio, con el plazo de ejecución de 12 meses; pero que casi 2 años y los alumnos aún no pueden volver a las aulas.

En La Silleta, en la escuela N° 4.631 «Virrey Francisco de Toledo», pasa lo mismo, es el caso calcado. Porque las obras de ampliación comenzaron hace dos años y aún no la terminan; es más desde hace 6 meses que está todo parado.

Patio de la escuela N° 4.631 «Virrey Francisco de Toledo». Foto: Javier Rueda.

Las obras incluyen un acceso principal, dos aulas, taller de laboratorio, biblioteca, radio escolar, baños para docentes, alumnos, alumnas y personas con discapacidad. También posee área de gobierno con dirección, vicedirección, secretaría, sala de profesores, S.U.M. cubierto con baño y cocina, patio verde, rampa de acceso y tanque de reserva. La superficie total de refacción y ampliación es de más de 1100 metros cuadrados. Pero lo más increíble de todo es que es una obra a la que le faltan los detalles.

El Gobierno nacional, en su afán por llegar al déficit 0, recortó en las obras. Son 16 edificios que están en las mismas condiciones en la provincia. No contemplaron nada y la obra quedó quieta, detenida en el tiempo y con el olor a pintura aún.

La burocracia de los ministerios permite la mentira piadosa y puede hacer creer a unos que están mejor que otros. Fueron muchas las reuniones de las familias con directivos, supervisores y funcionarios ministeriales. Hasta la ministra Cristina Fiore participó. «No puede la Provincia terminar una obra de Nación porque no tiene la incumbencia en los contratos», le dijo la ministra a este medio. Tiene razón pues las garantías y responsabilidades no las firmó Provincia.

Hacerse cargo es complicado, costoso y peligroso. Hubo un convenio con Nación para el traspaso de la obra, pero fue un convenio en general por todas las instituciones que quedaron sin terminar. En la firma de los convenios, en el particular de cada edificio, aún no hay nada.

A las familias de La Silleta les dijeron que pasaba septiembre y comenzaban las obras y eso hasta ahora no estaría por suceder. Están en la espera de «tierra prometida».

Frente de la escuela N° 4.631 «Virrey Francisco de Toledo». Foto: Javier Rueda.

Las familias, ni la comunidad silletana, no pueden creer que ese edificio que sólo le faltan algunos sanitarios, muebles de cocina, llaves de luz y la placa de inauguración no esté funcionando. Los grados de primero a tercero toman clases en el colegio secundario del pueblo y los de cuarto a séptimo están en el predio de la Iglesia Inmaculada Concepción.

Todo bien con las buenas intenciones de los religiosos, pero hablamos de una infraestructura destinada a dar catequesis y confirmación a no más de 30 niños.

Con los 4 grados del turno mañana más los 4 cursos de la tarde ya colapsó el pozo ciego de la iglesia. Tampoco tienen la cocina necesaria para tantos niños, las aulas pequeñas divididas por una plancha de madera y se cuenta que al invierno lo padecieron en extremo al frío.

Lo peor de todo es que adolecen de lo simbólico, de lo aglutinante: no tiene un patio para los actos. Entonces tomaron la plaza como espacio escolar y todos los actos por las efemérides, las actividades instituciones o por información se realizan en torno de los mástiles que tiene la plaza 8 de Diciembre. Los directivos hacen lo que pueden de manera eficiente y los recursos para dirigir esta escuela sin edificio rozan el realismo mágico.

Se sabe que el problema lo originó Nación, pero la solución está en manos de la gestión de Provincia.

Cortes de calle

Lo mismo pasa en la Joaquín Castellanos donde la indignación se debe a las condiciones edilicias de la Iglesia Medalla Milagrosa, donde los alumnos cursan actualmente. Por más buena voluntad que se tenga, es el Estado el que debe, y tiene la obligación, de mejorar la situación.

La comunidad de la escuela Castellanos cortó una avenida el 27 de septiembre pasado. Las familias de La Silleta vieron esa noticia. Algunos piensan que están mejor que otros, pero todos están en la misma bolsa. Los funcionarios deben comenzar a analizar la posibilidad de un incremento de medidas de protestas de las familias.

Familias de la Escuela N° 4643 «Doctor Joaquín Castellanos» cortan una avenida.

Dos casos que siguen sin justicia

A un nuevo mes de la tragedia de Valentín, el niño de 11 años que el 6 de junio falleció tras caer a un pozo ciego en la escuela Nevado de Acay, de La Poma, siguen las marchas en reclamo de justicia. Las familias de la comunidad educativa sigue reclamando porque aseguran que «aún no hay responsable por lo que sucedió».

Lo que sí hizo el Gobierno es tapar el pozo en donde cayó Valentín y además se encontraron otros dos huecos que ya fueron rellenados.

El 6 de octubre seguramente seguirán las marchas por justicia.

El otro caso es el de la Escuela Sarmiento, de Capital, donde desde agosto último quedó el edificio sin poder ser utilizado por una intoxicación masiva.

Actuó el Cuerpo de Investigaciones Fiscales y hasta ahora no hay un resultado; todo es incertidumbre. Ni la jueza interviniente tiene la certeza.

Es por eso que el Ministerio mudó las clases presenciales a dos locales. Es altamente probable que así concluya el ciclo lectivo.

Eltribuno

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *