«Hay que traducir la ley de parto respetado en hechos concretos»
Del 13 al 19 de mayo, se celebra a nivel mundial la semana del Parto Respetado. En 1996, Salta fue pionera en buscar darles a las mujeres, un espacio que las respete, las acompañe, las cuide y las contenga al momento de vivir el nacimiento de sus hijos.
Hasta aquel momento el único quirófano que tenía la maternidad, por entonces ubicada en la avenida Entre Ríos, atendía dos pacientes al mismo tiempo, las madres tenía salas de partos que permitían el ingreso a todo el personal del servicio, y eran para dos o más pacientes. La sala de dilatación también era compartida. No existía la privacidad, «el respeto a la intimidad de la mujer que venía a vivir el momento más importante de la vida: el nacimiento».
Mario Del Barco, había sido neonatólogo de la maternidad, y en 1996, cuando es designado director, con su proyecto bajo el brazo, inició el cambio de la atención a la mujer a la hora de parir. Llegaba la creación de los espacios de atención respetada. Con Del Barco, Salta da el primer paso para lo que 8 años después sería la ley de parto respetado, para todo el país. Pero como se dice «del dicho al hecho», y si bien la ley está escrita, la realidad cuenta otra historia.
La designación para la gerencia de la Maternidad, ¿qué significó?
Cuando llegó ese momento, ahí dije: «esta es la mía». Elijo a un obstetra para que me secunde. Fue el doctor Jorge Latorre. La elección fue a propósito. Si había un problema en el Materno Infantil de aquella época, era que estaba desnivelada la jerarquía del hospital pediátrico versus la maternidad María Luisa de Villar. En aquel momento presenté el proyecto «Una experiencia diferente UTPR». El objetivo era modificar las salas de atención para mujeres en trabajo de parto. Si bien todo el personal para la atención de un parto concurría a trabajar al mismo lugar, estábamos disgregados. Los obstetras trabajábamos en la sala de parto, los neonatólogos llevábamos los chicos a donde se atendía a los recién nacidos. Se separaba el binomio madre-hijo. Acá lo que pretendimos fue unificar este criterio, y estemos en un mismo lugar, incluyendo madre-hijo. No se pudo en ese momento incluir al padre, abuela o acompañante de la madre. Había que romper muchas barreras.
¿Cómo era el ingreso de la madre parturienta en aquella época?
Había alguien en la puerta, pero si bien eran buena gente, pero eran personas que no estaba preparadas para la atención de estas situaciones. No existía el concepto de que al entrar a una maternidad, lo primero que los recibía era una persona con una sonrisa, amable, ágil, diligente. Estaban recibiendo a personas que llegaban a vivir un momento de gozo para la familia, pero toda la fiesta se quedaba afuera y la madre ingresaba sola. Ahí pasaban a lo que se llamaba la «sala de dilatantes». En este lugar las mujeres ingresaban ya con el trabajo de parto. Pero estos espacios eran fríos y vacíos. Cuando se creó la Maternidad Villar, era un sitio modelo,pero en 1996, ya no. La sala de dilatantes tenía dos parturientas, separadas por un metro como mucho. A esta sala entraban personas que no estaban ligadas a la atención de las pacientes a colgar sus delantales o dejar algo. Cuando se habla de violencia obstétrica, no es solo de la atención estrictamente médica o de una violencia física, sino que se trata de los cuidados humanizados que se debe tener con la paciente. Tener privacidad. Las camillas de parto eran las de estilo francés, donde la paciente estaba en forma horizontal y con las piernas colgadas desde dos arneses. Algo, totalmente, antinatural. Las mujeres en trabajo de parto, iban caminando a la sala de parto y descalzas, porque supuestamente este calzado podía producir problemas de higiene, pero el resto del personal iba con calzado. Era norma que todas las madres tengan suero. En este mismo espacio se identificaba al recién nacido. Las piletas adyacentes a los consultorios eran para lavar todo: lo bueno, lo malo, lo peor. En aquel entonces la Maternidad Villar atendía más de 7 mil partos al años, cuando había sido construida para atender 2 mil.
¿Cómo fueron los cambios para llegar a las primeras salas de lo que hoy conocemos como parto respetado?
Se tiró todo. Lo primero, se dio seguridad, privacidad, ya no era un pasillo toda la zona de partos. Se rompió el quirófano e hicimos 5 TPR (trabajo de parto respetado). Pero como no teníamos los materiales recomendados en la bibliografía, que era tener en la sala una sola cama. Como no se pudo, hicimos las camas más baja para que la mamá puede sentarse sin tener que trepar, una silla especial para trabajo de parto, podían caminar y un lugar para que guarden sus pertenencias. Porque ingresaban solo con el camisón. Se mantuvo la vieja cama de parto, porque no teníamos otra. Se puso teléfonos en las salas para que la mujer se comunique con la portería para que pueda hablar con la familia que la esperaba afuera. Cada sala tenía para lavarse las manos. Y del quirófano se lo modificó y se hizo tres más chicos en el mismo espacio. Y se instaló el primer sistema informático, donde se anotaba las pacientes y lo que se había realizado. Entonces se hacía un seguimiento de la cantidad de partos, quién la atendió, los tiempos del parto. Y el bebé permanecía con la mamá. Esta fue la primera experiencia de parto respetado en Argentina.
La ley de parto respetado recién se sanciona en 2004…
Los profesionales de Salta fueron invitados a congresos de todo el país para que cuenten sus experiencias y comenzaron a sumarse como Tucumán con su TPR en el hospital Avellaneda. La nueva forma de atención no incluía los enemas, el rasurado. En la vieja atención,las madres no tenía privacidad, eras sometidas a exámenes médicos como tacto y demás con todo el mundo en la sala, no tenían comunicación, y las enfermeras eran el «che pibe». Hacían el enema, el laboratorio. Ellas son un rubí en el hospital, y no se puede funcionar sin ellas. Hoy, el bebé nace y lo primero es el contacto piel a piel con su mamá. En la primera hora. Antes había que hacer las vacunas, las gotas en los ojos y demás. Hoy sabemos que la primer hora de contacto también ayuda a la mamá, al dar el pecho para evitar hemorragias.
¿Cómo fue el cambio del aquel viejo edificio al nuevo hospital?
Eso fue en 2001. Lamentablemente el edificio ya se había levantado sin tener en cuenta la experiencia de los PTR. Hicieron 11 salas de partos, con sala de dilatantes. Hubo que trasladar la experiencia al nuevo hospital. En aquel momento era el auditor y señalé los cambios que debían hacerse. Hoy las TPR finalmente tienen una sola cama, las que dicen la bibliografía, y no la cama baja y la vieja camilla de parto. En aquel momento, el doctor Miguel Larguía, especialista en neonatología y parto respetado vino a Salta a dar una charla de formación. Entre los presentes estuvo Bettina Marcuzzi de Romero, y fue quien donó los fondos para la primera cama para parto respetado. Hoy el ambiente es otro y las mamás llegan a un espacio agradable, donde madre e hijo están juntos.
¿Cómo se logra el cambio de paradigma?
Si las ideas no se transforman en hechos no se logra nada. El cambio de paradigma en las maternidades se logra a través del personal obstétrico. De las enfermeras del áreas, y los médicos. Ahora ya está incorporado el ingreso del padre o de la persona que va con la mujer que va a tener a su hijo. Nosotros en el hospital teníamos una frase: «La distancia entre lo posible y lo imposible es exactamente la medida de la voluntad». Además hay que entender que el embarazo y el parto no son una enfermedad. El equipo con el que trabajé visitamos todo el interior de la provincia de Salta, para hablar de estas situaciones y de la necesidad de humanizar el parto.
¿Qué falta hoy para que la ley escrita realmente se aplique en tiempo y forma?
Falta que los liderazgos y de las decisiones políticas respeten la ley de los mil días y respeten las leyes que fueron creadas para que se consideren a las maternidades, lugares donde la normalidad es más frecuente y donde no existe normalidad debe existir la información permanente para que la madre esté contenida. Hoy los chicos llegan de la escuela de medicina con todo el protocolo de hacer, entonces hay que despojarlos de todo esto y enseñarles a ver el dolor, la soledad, la angustia que vive la persona en ese momento. A veces solo necesitan solo una mano y un abrazo.
Hay que mejora la calidad de servicio también…
En 2023, el Materno Infantil atendió un total de 5.798 partos. Esto significa un 30% menos de los producidos siete años atrás en 2016, cuando se registraron 8.247. Esto es una tendencia nacional. Se están reduciendo la cantidad de partos. En las instituciones públicas esto debe traducirse en calidad de atención para los pacientes. En 2001, el Materno tenía una residencia de madres, en el último piso, para que estén junto a sus hijos. Hoy las envía a un hostal, o tienen a una parturienta solo 24 horas internada para no gastan en la comida. Eso no es calidad de atención.