«Es una decisiva contribución a la juventud salteña»
«La finalidad de este programa editorial de Diario El Tribuno, UCASAL y el Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, con el esponsoreo de Edesa, es contribuir decisivamente con la tarea educativa de la juventud salteña. El planteo original se basó en una idea pedagógica que formuló el insigne educador humanista Werner Jaeger, en su magnífico libro Paideia – los ideales educativos griegos- quien sostuvo que es prácticamente imposible una educación de excelencia si no se proponen al espíritu del educando una imagen del hombre tal como éste debe ser. Ese ideal humano anhelado, la presencia en la mente del arquetipo, es una fuerza renovadora que no debe provenir de la especulación intelectual sin anclaje en la realidad, sino que debe ser surgir de los hombres de carne y hueso que han sido ejemplos y guías de sus pueblos en circunstancias críticas, en tiempos turbulentos o en situaciones que requieren de gobernabilidad sabia, de conducción ética, de pulcra ejemplaridad en el manejo de la «Cosa Pública» (el minotauro del poder como le llamaba Bertrand de Jouvenel)». Así explica el proyecto editorial el abogado Patricio Colombo Murúa, ex rector de la Ucasal, vicepresidente del Instituto San Felipe y Santiago y miembro de la Academia Nacional de Educación y de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.
«Es por eso que, en esta colección, figuran las biografías de hombres de armas, de héroes civiles, de juristas, literatos, poetas y escultores, que se consagran a crear belleza o exaltar las maravillas de la creación, creando nuevas formas de interpretación de la realidad que enriquecen nuestra percepción – añade Colombo Murúa- Son hombres y mujeres relevantes de Salta, a quienes debemos tributar un agradecimiento especial por su aporte al desarrollo de nuestra cultura provincial, que nos permite entendernos a cada uno de nosotros».
Salta es «tierra de Güemes», pero la historia la construyen las sociedades y es mucho más amplia que los acontecimientos bélicos. En la colección se incluyen figuras de la cultura, empezando por Juan Carlos Dávalos y Lola Mora. ¿Es un reconocimiento al potencial cultural de Salta?
Salta es la tierra de Güemes, que este genio de la estrategia convirtió en la «Tierra en Armas» y galvanizó todos los elementos contenidos en ella contra los enemigos de la libertad. Convirtió a Salta en la sepultura de todos los tiranos. Este militar a quien el aprendiz de jacobino, el sanguinario Dr. Castelli omitió en el parte de la Batalla de Suipacha de la que el salteño fue el artífice. La visión centralista de la Guerra de la Independencia intentó pintar a Güemes como un caudillejo provinciano sin relevancia. Recién fue reconocido como un prócer de la dimensión nacional e internacional de un Belgrano o San Martín, dos largos siglos después de su muerte. Mitre y otros historiadores olvidaron que el teatro de operaciones, el epicentro de la Guerra de la Independencia Americana se situó en Salta y Jujuy, y en el Alto Perú, donde todos los generales de Buenos Aires fueron derrotados, entre ellos González Balcarce, Belgrano y Rondeau, y donde Güemes siempre resultó triunfante sobre ejércitos realistas con tropas de élite y generales vencedores de Napoleón, como Pezuela y el Mariscal de la Serna.
Recordemos que este jefe militar fue magnánimo en la victoria, piadoso en su vida íntima, clemente con sus enemigos, prudente en el uso de la fuerza, honestísimo gobernador, y por sus virtudes, amado por su pueblo. Fue un salteño cabal producto de una cultura altamente refinada y que sobresalía entre los pueblos sujetos al dominio español.
– Dávalos y Lola Mora, dos figuras de la cultura…
El libro que encabeza este proyecto editorial está dedicado a Juan Carlos Dávalos, el poeta y escritor de mayor fuste de Salta. Descendiente de Alfonso X el Sabio y miembro de una familia que lo emparentaba con figuras trascendentes desde la fundación de Salta. Los latidos patrióticos de su corazón los expresó en su obra de Teatro «La Tierra en Armas». Pero, sobre todo, merece nuestro reconocimiento por su monumental obra literaria en la que el idioma castellano cobra vida singular y una admirable hermosura.
Lola Mora fue una mujer única. La obra en la que la evocamos rinde un justo homenaje a la mujer que fue capaz de volcar en un molde argentino los arquetipos de la belleza clásica. La maravillosa fuente de las Nereidas es una versión criolla y original de la Venus Naciendo de la Espuma, que fue el símbolo del Renacimiento, pintada por Botticelli para los «jóvenes gaudentes» de la Academia Platónica de Florencia. Sus otras obras parten de una visión clásica, pero incorporan el sabor de nuestra cultura vernácula que interpreta lo universal desde nuestra realidad.
– ¿Cómo describiría usted el perfil cultural salteño, las corrientes y las etapas, y otras figuras emblemáticas en estos 442 años de nuestra historia?
De acuerdo con la calificación entre el hombre del litoral y el hombre del interior del país que formuló Alberdi, Salta está en el centro del corazón histórico de la patria. Esta posición es de gran importancia, porque durante los más de 400 años de historia, nuestro pueblo ha pertenecido al interior profundo, alejado de las influencias del hombre del litoral que recibe los impactos de los flujos inmigratorios y de los intercambios portuarios. Nuestra sociedad es más introspectiva, tradicionalista y apegada a la herencia hispánica. Su gente venera la cultura católica, atravesada por devociones que imprimen carácter, como la del Señor del Milagro. Esta religiosidad es popular, pero está presente en nuestros hombres ilustres. Güemes fue piadoso, murió auxiliado por su capellán, el cura Fernández, que no figura en la hermosa pintura de Alice que luce en la legislatura provincial. Facundo Zuviría fue un católico de estricta observancia, y otros numerosos políticos, artistas y pensadores también. Esta devoción impregna nuestra cultura tanto como el amor a la patria, que aquí se manifiesta a flor de piel. Existen períodos y modas que llegan y se van, pero el alma salteña es sentimental, amable, encandilada por la belleza y por sus musas, que hacen recordar las cortes de amor, que inventó la genial Leonor de Aquitania en el medioevo y que civilizó a los bárbaros caballeros de esos tiempos heroicos.
– En el programa aparecen mujeres muy comprometidas con la Independencia. Macacha y Francisca Güemes, María Loreto Sánchez de Ávila, Juana Moro, Gertrudis Medeiros. Y fueron protagonistas, no damas de compañía….
Las mujeres acaudilladas por Macacha Güemes y las demás que Ud. menciona, fueron un factor decisivo en la guerra gaucha. Públicamente poco se conoce de los castigos brutales que les infligieron los realistas a estas damas patriotas por su actividad de espionaje y por el uso de sus seducciones para lograr que algunos oficiales abrazaran la causa patriótica. Un ejemplo destacado fue la defección y pasaje al ejército de la patria del Marqués de Yavi, con sus armas y bagajes, por amor a una glamorosa mujer salteña. No, estas mujeres heroicas no fueron un adorno ni eran damas de compañía, eran combatientes hechas y derechas.
– Calisto Gauna es mucho más que el «mensajero de la revolución»…
Calixto (o Calisto) Gauna fue un héroe en el cabal sentido de la palabra. Sus hazañas no se circunscriben a una cabalgata de 8 días para alertar al gobierno patrio de los manejos del gobernador realista, don Severo de Isasmendi. Sus ímprobos trabajos bélicos y su constancia en cumplir las más difíciles misiones le dan un lugar privilegiado entre la pléyade de héroes de la guerra de la independencia.
– ¿Cuál es la dimensión política y militar de José de Moldes?
Fue un precursor del movimiento independentista. Vino de Europa para encender la llama revolucionaria entre los ciudadanos más caracterizados del Virreinato del Río de la Plata. En la batalla de Tucumán ayudó a Belgrano a planificar la acción y lograr el triunfo. Es uno de los personajes más maltratados por la historia oficial, a pesar de su moral intachable.
– La colección también otorga un lugar destacado a Victorino de la Plaza y a José Evaristo Uriburu, figuras de proyección nacional poco recordadas, o menos de lo que merecen
El Dr. Victorino de la Plaza, fue un admirable ser humano. Él fue el arquitecto de su propio destino. Estudió en el prestigioso colegio de Concepción donde se hizo notar por sus maestros y condiscípulos. Trabajó con el Dr. Vélez Sarsfield como su amanuense cuando el jurista cordobés redactaba el Código Civil, fue su traductor de los textos jurídicos clásicos porque don Dalmacio no entendía esa lengua y luego también lo ayudó a poner a punto el texto definitivo del extenso articulado. Fue el único abogado latinoamericano al que se habilitó para ejercer la profesión en el foro de Londres. Ayudó al presidente Carlos Pellegrini a resolver la gran crisis financiera del año 1890 y luego llegó a la presidencia de la Nación por su capacidad pública y notoriamente reconocida. José Evaristo Uriburu fue un presidente de lujo y es importante rendirle el debido homenaje que merecen sus servicios a la Nación.
– ¿Quién fue Facundo de Zuviría?
El Dr. Facundo Zuviría fue un jurista notable, un gran patriota y un católico de estricta observancia. Fue el autor de la primera Constitución de Salta aprobada en 1821, poco después de la muerte de Güemes, y posteriormente presidió la Convención Constituyente de 1853 que nos dio la carta magna que hoy rige nuestro país, reformada en varias oportunidades.
– Martín Güemes, un padre de la Patria; y su nieto Luis, un médico que honró a la provincia. El mismo linaje; carreras muy diferentes, ambos admirables
Martín Güemes, un prócer arquetípico, un patriota generoso, un guerrero comparable con el Cid Campeador, un hombre íntegro que dio su fortuna y su vida por la patria. Luis Güemes fue un médico prodigioso. De él se cuenta que una vez, al visitar el taller del escultor Pedro Zonza Briano, vio una escultura de una bella mujer y le dijo al artista: «Avísele a esta mujer que tiene una tuberculosis ubicada en el pulmón izquierdo». El aludido se largó a llorar copiosamente, porque había sido su novia, muerta hacía poco de tuberculosis. Este episodio muestra el ojo clínico de este médico increíble y realza este ejemplo de profesionalidad y de vida. Estos hombres ilustres, con una impecable vocación de servicio, merecen el reconocimiento y la veneración del pueblo salteño.