En Luracatao, los vecinos del paraje La Puerta viven a la luz de las velas y toman agua del río
En tiempos en los que se gran parte de la población convive con la inteligencia artificial, autos híbridos y eléctricos, y sorprendentes avances tecnológicos, aún existen poblaciones que persisten sin los servicios esenciales y para quienes, por ejemplo, la energía eléctrica todavía es un sueño a alcanzar.
Sin ir más lejos, en plenos Valles Calchaquíes, en el paraje La Puerta (Luracatao), las 200 familias que viven allí pasan las noches a la luz de las velas y los mecheros. Es que el pequeño y viejo grupo electrógeno que alimentaba de energía el poblado ya no daba abasto con el incremento del consumo, producto de que hoy en muchas casas tienen una plancha o una heladera, entre otros electrodomésticos, y se fundió. Hace casi un mes que permanecen a oscuras y sin poder refrigerar sus alimentos.
Don Nerio, vecino del lugar, contó que “prácticamente toda la vida vivimos con una necesidad muy básica insatisfecha, que es la energía eléctrica en todo el Valle de Luracatao. En el pueblo de La Puerta somos alrededor de 200 familias. Hasta hace 20 días la Municipalidad de Seclantás nos brindaba 6 horas de electricidad generada a través de un motor diesel, que pagamos mensualmente”.
El hombre, detalló: “Hace 20 días, el motor llego a su fin, prácticamente se fundió por el consumo y la demanda que hoy necesitan los vecinos, ya que en las pocas horas que hay electricidad tienen que trabajar dos panaderías, dos carnicerías y otros comercios. También hay una herrería y la gente tiene que usar las heladeras para conservar su alimentos”.
A pesar de que ya pasaron varias semanas, todavía no vislumbran una solución y nadie se acercó a hablar con ellos, según contaron. “Nosotros dependemos de Seclantás. Prácticamente nos sentimos abandonados. No tenemos agua potable en el pueblo, tomamos agua de río y para el verano todo el mundo se enferma. Necesitamos que alguien nos ayude para que nos den una solución, a reclamar por nuestros derechos”, señaló un lugareño.
La mayoría de los pobladores trabajan en la agricultura y unos pocos en la Municipalidad. Otros se trasladan a Cachi o se van de obreros golondrinas a emplearse en el tabaco. En la zona hay muy pocas fuentes laborales y los tres comercios que existen permanecen sin poder desarrollar sus actividades, por falta de electricidad.