21 de septiembre de 2024

El lado B de los alquileres y el método de ajuste: los que tienen que mudarse porque ya no pueden pagar

Cada vez son más las historias de inquilinos que pierden la ilusión de estabilidad y un hogar y se ven obligados a terminar antes de tiempo el contrato de alquiler porque no pueden pagarlo. Los aumentos, que ahora se actualizan cada tres meses y de acuerdo con la inflación, golpean con fuerza y dejan a jóvenes y familias sin otra opción que romper acuerdos inmobiliarios y buscar otras posibilidades más económicas o, en algunos casos, enfrentarse a la incertidumbre de no tener dónde ir.

Carolina Riquelme (40) vive con su hijo de 9 años. Hace un año y medio pensó que habían encontrado el lugar perfecto para comenzar una nueva vida juntos. Carolina estaba en la búsqueda de algo más grande para ambos, un lugar donde su niño pudiera tener su propia habitación y un patio para jugar y correr.

“Finalmente, encontramos una linda casita en Villa Devoto. Súper amplia, con una habitación para mi nene y una para mí. Tenía patio y terraza. El contrato inicial era $ 150.000 por mes con un ajuste trimestral. En ese momento ese precio era bastante pagable para mí y pensé que los aumentos no iban a ser más complicados, porque cuando aumenta la inflación, mi ingreso también”, manifestó a Clarín la mujer.

Sin embargo, un año y medio después de firmar el contrato, el escenario no fue el que pensaba y los constantes aumentos la dejaron sin alternativas. Lo que comenzó como un hogar lleno de sueños, terminó siendo una carga insostenible. “El alquiler, de $ 150.000 pasó a $ 450.000. Se me complicó y tuve que buscar un nuevo alquiler. Estuve seis meses hasta pude mudarme”, explicó.

Carolina R. y su hijo (9) en su nueva casa. Tuvieron que dejar la anterior porque no podían pagar el alquiler. Carolina R. y su hijo (9) en su nueva casa. Tuvieron que dejar la anterior porque no podían pagar el alquiler.

A Carolina le quedaba solo un año y medio hasta que el alquiler terminara, pero ella, como otras tantas personas y familias tuvo que enfrentarse a la dura realidad de romper su contrato antes de tiempo, porque no podía asumir más incrementos. “Nos ajustamos y ahora vivimos en un dos ambientes, es lindo, súper luminoso, pero bastante pequeño. Estamos pagando $ 350.000, lo cual fue un alivio porque me bajaron $ 100.000. Tuvimos que resignar un ambiente, ciertas comodidades y la habitación del nene, porque ahora dormimos en el mismo cuarto”, contó.

“Fue necesario achicarse, sobre todo porque no había al precio que yo podía pagar”, describe Carolina. Cuando una persona debe rescindir el contrato se tiene que enfrentar a otros gastos tales como abonar una multa, en algunos casos, dejar el depósito en manos del propietario, y pagar una nueva mudanza. “Al principio me dijeron que tenía que pagar porque correspondía y después por la buena relación que tenía con la propietaria y la inmobiliaria no pagué nada. Además, fue así porque el estado de la casa no era óptimo. Pudimos negociar”, remarcó.

La obligación de achicarse

Belén Fernández (30) hace un año que decidió independizarse y buscar un alquiler cercano a su trabajo. “Se me hizo muy pesado el viaje desde el trabajo hasta mi casa, que queda en zona sur. Además, también viajaba en tren y siempre se cortaba el servicio. Me puse a buscar y encontré un alquiler de $ 265.000 con expensas de $ 25.000. El contrato era por tres años con aumento trimestral y se actualizaba por inflación”, explica.

“Cuando comenzó el año me di cuenta de que no podía seguir. Cuando estaba llegando al octavo mes decidí rescindir del contrato porque de lo que pagaba se me fue a $ 533.000, con expensas de $ 140.000”, recuerda.

Belén tenía la ilusión de construir poco a poco su hogar, comprando sus cosas en la medida que pudiera. Lo que antes era un sueño de crecimiento personal se fue transformando en una lucha por cubrir las necesidades básicas y también buscar otro lugar donde vivir. Por eso tomó la decisión de comenzar a alquilar un monoambiente amueblado. “Cuando me cambié de departamento pagué un mes de adelanto y un mes de depósito”, contó.

Según las estadísticas de “Inquilinos Agrupados” sobre la situación de los inquilinos en septiembre, el 26.7% tuvo que mudarse por no poder afrontar el pago del alquiler. De este universo, el 92% firmó bajo las condiciones del DNU 70/2023. Solo el 8% firmó bajo la ley de alquileres. Y en julio el 15% dijo haberse mudado por no poder afrontar el pago del alquiler.

Desde la Cámara Inmobiliaria Argentina, Damián Caffarella, su director habló con Clarín sobre esta situación: “Muchos propietarios entienden que el contrato pasa por otro lado que por la necesidad del inquilino. El dueño del alquiler va a pedir lo que dice el contrato. Muchos de ellos, en su mayoría, saben que al inquilino no le aumentaron tanto el sueldo y terminan llegando a un acuerdo, pero otros no hacen eso”.

Según Caffarella “muchos inquilinos que tenían el IPC con el contrato anterior a los seis meses o al año entienden que se tienen que mudar. Al mudarse tienen que hacer un gasto enorme, pero se termina compensando después en la tranquilidad de poder abonar un departamento más tranquilo, con las mismas características. Es importante remarcar que los inquilinos en Capital Federal no abonan comisiones, los inquilinos no lo deben pagar. Ahora hay mucha más oferta. Hoy el inquilino puede elegir dónde mudarse, cuántos ambientes, cuál es el precio y negociar un poquito”, remarcó.

Natalia Paola Soto (41) comenzó a alquilar en agosto del año pasado un departamento a $ 180.000 por mes, de la zona de Barracas. “Arranqué con ese valor, que ya era caro en ese momento y a los seis meses se me fue a $ 300.000 y después disparó a $ 625.000. Fue una locura, porque además pagaba $ 100.000 de expensas, la boleta de luz y el ABL. Se volvía un gasto exorbitante para los ingresos que tenía. Además, los sueldos no suben al nivel de los alquileres”, remarcó Natalia

“Un mes antes de irme empecé a buscar alquiler y les había pedido si no me lo podían bajar, pero me decían que solo podían hasta $ 530.000 y yo solo les podía pagar $ 430.000, ese era mi tope porque ya me estaba achicando un montón en mis gastos. Me dijeron que no y cuando me quise ir me dijeron que tenía que pagar una multa de un mes y medio”, contó a Clarín.

Después de dejar el anterior inmueble, Natalia pudo encontrar otra propiedad gracias a un conocido que tiene inmobiliaria. Logró encontrar un departamento que pedía garantía propietaria.

“Eso es algo que ya no te aceptan. Otra de las cosas que me pasó con el anterior alquiler fue que tuve que comprar un seguro de caución que me salió mucha plata y la pude pagar en cuotas. Por eso también me quedé muy endeudada y ahora lo vuelvo a estar, que tuve que poner plata para ingresar a donde estoy ahora y para mudarme. La verdad es que conozco a muchas personas que están iguales y endeudadas, viviendo con lo justo. esto va a explotar en cualquier momento. Esta es la triste realidad de todos los argentinos”, dijo.

Si bien la derogación de la ley de alquileres anterior amplió la oferta de departamentos, muchos que tenían contratos anteriores ya habían comenzado a pactar ajustes por inflación, que se disparó en diciembre y enero. Otros, que renovaron este año, y a cerraron acuerdos con actualización trimestral por inflación, que es lo más usual. Y aunque los índices vienen dando en el orden del 4%, para muchos eso no se iguala en los salarios.

Según los datos del Observatorio Estadístico del Colegio Inmobiliario, desde la entrada en vigencia del DNU 70/2023 en diciembre de 2023, la oferta de inmuebles para alquiler de vivienda creció un 178,78% en la Ciudad de Buenos Aires.

Además, el poder adquisitivo se achica por los aumentos de luz, gas, agua, expensas y otros gastos fijos familiares.

Clarín

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