Cintia Berón lleva adelante el oficio de endulzar la vida de las personas
Cintia Berón es todo lo dulce que está bien. En el Mes de la Dulzura ella es la que mantiene el oficio de alegrar la vida de las personas con sus producciones. Con sus manos hace tortas, alfajores, masas, desayunos y mesas dulces por encargos.
Se trata de un emprendimiento que nació en la pandemia como una salida laboral hacia el impredecible camino del autónomo. La cuarentena fue el empujón que le faltaba para salir a ofrecer lo mejor de ella: su pasión por la decoración.
Al día de hoy es una de las mejores repostera de Salta y para encargarle algo hay que llamarla con al menos 10 días de anticipación. Sucede que son tortas personalizadas.
«Generalmente pasa esto: me llama un cliente, me pide una torta (por ejemplo) y es para su pareja. Yo le pregunto qué le gusta, qué hace, por qué razón es el regalo; charlamos con el cliente y así voy sacando la idea. Cada torta es especial, es única, para una persona en particular. Jamás habrá dos iguales. Es por eso que tengo que tener mucho tiempo. Mi hija me dijo que es arte, yo digo que es pasión; quizás sean las dos cosas», dijo Cintia.
La repostera habla de su hija Irina, que tiene 7 años, y que es la compañera diaria en la cocina, en la entrega de los productos y en la pasión por la creación y el trabajo.
Irina pinta, dibuja, calca la realidad en un papel, y su mamá también, pero en el lienzo de una torta, en el relleno de los alfajores, en la temática de un desayuno o de una mesa dulce. Es la razón y la pasión, es el talento contrastado con la realidad. Quizás por eso el emprendimiento se llama «DulceMente». Es el pensamiento puesto al servicio de hacer la vida más dulce.
En su cocina de Entre Ríos y Alvear hace un alto, deja de trabajar y el reporteo le exige ponerse a pensar. La mira a su hija y se remonta a su infancia. A la localidad de El Galpón, lugar donde la vio nacer y cuenta:
«Mi mamá (MIriam) me llevaba desde muy chiquita a la casa de Mari Argota, que era la repostera del pueblo. Mari vivía a unas 6 cuadras de casa y desde los 6 años tengo el recuerdo de ir a encargar la torta para mi cumpleaños. Ella me sentó en una banqueta y me preguntó cómo quería yo mi torta. De eso no me olvido nunca más. Yo siempre recuerdo su casa que es vivienda de barrio, pequeña, con cocina pequeña, pero que ella modificó para hacer del comedor una cocina pequeña. Hoy mi casa es algo así», dijo riendo.
Esa es la versión rosa. Siendo la mayor de 5 hermanos, y con Miriam trabajando en el Hospital del pueblo, tuvo que aprender a cocinar rápido. A los 8 años ya le cocinaba para sus hermanitos.
Cuando terminó el secundario se vino a Salta a estudiar la carrera de Ciencias de la Educación, en la UNSa, y así conoció a Norma porque le alquilaba una habitación en Ciudad del Milagro. Allí tuvo un capítulo descontrolado centrado en la carnicería «La Nave del Olvido» donde conoció a la gente chura de la zona norte de Salta entre los que se pueden nombrar a Juan Carlos «Mariachi» Bayón, Heriberto «Pelao» Saavedra, Alejandro «Rengo» Olarte, entre tantos otros.
Allí también entró a trabajar en una panadería que estaba ubicada de cara a la avenida Bolivia. Eso fue revelador porque sabía que quería ser repostera. «Yo comencé ahí a ver cómo se maneja el negocio. Ese trabajo me sirvió luego para lanzarme a ser autónoma», dijo.
En el medio hizo de todo, vendió de todo y trabajó siempre vinculada a la gastronomía.
«Yo comencé en repostería como un hobbie. La Fundación Romero lanzó un curso de pastelería internacional y yo me anoté. Ahí la profesora vio en mí una facilidad natural para las decoraciones. Ahora yo sigo con esa idea y es por eso que cada cliente tiene su producto personalizado. Es por eso que dialogo con cada cliente para saber qué es lo que quiere y eso me da a mí la posibilidad de crear, de hace de cada producto una cosa única», concluyó.
Dos pasiones
Cintia Berón tiene dos pasiones. Una es la repostería, la creación original de productos dulces únicos. Y la otra es el fútbol. Como buena «gallina», ella dice que es muy profesional y que puede hacer tortas de Boca Juniors sin ningún problema.
«El motor de mi vida es crear cosas dulces; eso saca lo mejor de mí. Mi otro cable a tierra es jugar al fútbol», sentenció.
Integró hace unos anos el equipo «Juana de Arco»; luego jugó varias finales con el «Toco y me voy», del Full Center Gym, y el último equipo es el «Lunaity». Es una excelente delantera muy buscada por los equipos mixtos. Sin embargo, la preparación física siempre es del Full Center.
Desde hace unos 11 años que Cintia comenzó a entrenar fútbol con el profesor Roberto Salomón. «Yo lo quiero nombrar porque el entrenamiento que nos brinda me cambió totalmente la cabeza y es lo que aplico diariamente a la vida misma; a todos los desafíos que constantemente nos atraviesan. Es como él dice: se necesita perseverar hasta alcanzar el éxito. Yo sé que es una fresa que se repite siempre pero es lo que hago en el día a día porque mi sueño es tener mi propio local de pastelería», concluyó Cintia.