23 de noviembre de 2024

Autorizan a una niña salteña a establecerse en Dublín con su madre

Tras un largo conflicto judicial, una madre fue finalmente autorizada a viajar con su hija a Dublin para comenzar una nueva etapa de su vida familiar. El lunes último se conoció un fallo de la Sala Primera de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial que hizo lugar a un recurso de apelación interpuesto contra la sentencia de primera instancia que le impidió a la joven realizar ese viaje para establecerse en Irlanda junto a su nueva pareja.

Previo a resolver se realizaron audiencias con la presencia de todas las partes, en cuyo marco la madre propuso que se le dé autorización por un año para trasladar a su hija y -cumplido ese período- se realice una nueva audiencia en la cual, de estar todo en condiciones, pueda seguir teniendo a su hija bajo su cuidado personal.

La voz de la niña

En otra audiencia el tribunal escuchó a la niña que, segun se informó desde el Poder Judicial, «se desenvolvió notablemente para su edad y expresó su anhelo de convivir con su madre en Dublin».

En la sentencia, los jueces Gonzalo Mariño y Ricardo Casali Rey dejaron establecido que deberá aceptarse la comunicación fluida de la niña con su padre por cualquier medio informático, digital, telefónico o similar en el horario que se encuentre en casa, sin que sea necesaria la presencia de la supervisión de la madre.

La joven, que se comprometió a venir a Argentina al menos una vez al año en periodo de vacaciones de la niña por un plazo no menor de quince días, adelantó a El Tribuno que tiene previsto viajar a Salta en diciembre para partir con su hija rumbo a la capital irlandesa.

Decisión provisoria

La decisión, marcaron los jueces, es provisoria, por el plazo de un año, debiendo fijarse una audiencia en la cual la niña informará al juzgado de la causa acerca de la bondad o no de este régimen de vida para llenar sus intereses materiales, espirituales y especialmente afectivos y para el buen mantenimiento de la relación paterno filial. Se indicó oficialmente que luego de esa audiencia la autorización podría ser revisada.

El juzgado de primera instancia realizará el seguimiento periódico de la evolución real de la niña. La madre, a su vez, deberá acreditar en no más de 45 días la inscripción escolar de la niña.

Los jueces exhortaron a ambos padres a oír la voluntad de la niña y tener en cuenta su opinión.

En la causa el asesor de Menores e Incapaces 1 se pronunció a favor de hacer lugar a la solicitud de autorización judicial requerida por la progenitora. En idéntico sentido se pronunció la Fiscalía de Cámara, que agregó: «Resulta conveniente que la menor resida con algunos de sus padres y no con su abuela (esto sin desmerecer a la abuela, quien cuidó y educó encomiablemente a la niña), y que en ese rumbo, la única posibilidad es que conviva con la madre, ya que el padre no ofreció tal eventualidad».

Recordaron los jueces al resolver que el artículo 645 del nuevo Código Civil y Comercial de la Nación dispone: «Si el hijo tiene doble vínculo filial, se requiere el consentimiento expreso de ambos progenitores para (…): c. autorizarlo para salir de la República o para el cambio de residencia permanente en el extranjero».

«Hay un pedido de cambio del centro de vida de la niña al extranjero, esto es de modificación de su domicilio -en los términos de la nueva normativa-, que determinará quizás el alejamiento de uno de sus progenitores, y el comienzo de una nueva vida, de características totalmente diferentes a los que anteriormente vivía», señalaron los jueces, quienes subrayaron que la propia niña «durante las entrevistas mantenidas ha manifestado que esa es también su voluntad».

Un sueño por cumplir 

«Allá por noviembre de 2021, aterrizaba en esta hermosa isla con un objetivo claro: aprender inglés, trabajar, y construir un futuro mejor. No fue fácil, sobre todo sin hablar el idioma y lejos de mi hija, pero las ganas de conquistar el mundo estaban intactas. Sabía que mi nena estaba en las mejores manos, con mi mamá, y eso me daba cierta paz.

En Irlanda descubrí que podía lograrlo todo sola, que si trabajaba duro, podría construir esa vida que soñaba y, algún día, compartirla con mi hija. Llegué con un objetivo concreto: traerla conmigo una vez que estuviera más estable, y los papeles ya estaban listos para ese momento. Pasaron los meses, y aunque estaba a 10.000 kilómetros, nunca dejé de estar presente para ella en lo financiero, emocional , escolar, de ser su mamá. Pero en el proceso, algo en mí cambió; me volví más fuerte y decidí que mi voz se escucharía a pesar de la distancia. Con mi mamá y la ayuda incansable de mi abogada, la Dra. Claudia Kayssner, tomamos la decisión de exigir que el padre cumpliera con su responsabilidad económica, algo que no estaba haciendo. Esa fue la primera sorpresa: poco después de la demanda, él revocó la autorización para que mi hija pudiera venir a Irlanda.

Ese fue un golpe duro. El sueño de tenerla conmigo se desmoronaba, y la idea de ser una mujer fuerte e independiente perdía sentido sin mi hija a mi lado. Ya en agosto de 2023, sentía que estaba lista. Con un trabajo estable, papeles en regla, y el apoyo de mi esposo, me subí a un avión rumbo a Argentina con la ilusión de volverme con ella. Fueron casi tres meses intensos: audiencias, cuentas por pagar en dos países, y esperas interminables. Cambié el vuelo dos veces esperando la respuesta judicial, pero finalmente, dos días antes de mi regreso, la respuesta fue negativa.

Volví a Irlanda con el corazón hecho pedazos. La vida seguía, pero Navidad, Año Nuevo, mi cumpleaños, el cumpleaños de mi hija, todos los planes familiares quedaron en pausa. Decidí no rendirme y hacer otro viaje para estar con ella en su día. Ese reencuentro fue especial: organizar su cumpleaños con tanto esfuerzo me hizo sentir orgullosa, y ver su carita feliz valió cada sacrificio. Poco después, surgió la oportunidad de un nuevo viaje, pero esta vez no iba sola. Mi esposo, quien fue mi apoyo en todo este camino, me acompañaría. Era la primera vez que él y mi hija se conocerían en persona. Fueron días hermosos, logramos cumplir el sueño de mi hija de volar en avión y ver la nieve. Sin embargo, al final del viaje, otra despedida nos rompió el corazón, ya que la respuesta de los jueces aún no llegaba.

Un mes después, recibí la noticia tan esperada: la justicia finalmente se hizo. La decisión fue permitirle a mi hija venir conmigo, para que ella también tenga la oportunidad de explorar, crecer, y abrir puertas. En diciembre iré a buscarla, y empezaremos esta nueva aventura juntas. Mi hija tendrá la chance de seguir aprendiendo el inglés, conocer una cultura diferente, y tenernos cerca, como siempre soñamos. Este es el cierre de un largo capítulo y el comienzo de un nuevo camino juntas, que no hubiera sido posible sin el apoyo de mi mamá, mi esposo y, sobre todo, de mi abogada, quien luchó a mi lado en cada etapa de esta historia».

Eltribuno

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