Alejandro Vigil: «Mi gusto por el vino está dentro de lo más normal, y esa sería mi varita mágica»
Alejandro Vigil es director de Enología de Catena Zapata, además tiene Casa Vigil. El reconocido hacedor de vinos disertó el jueves en el ciclo Hablemos de lo que viene: Vino & Turismo, organizado por El Tribuno y luego dio una entrevista a fondo.
Habló del sector, cómo incide la cultura en las experiencias de los vinos, recordó sus comienzos y logros. Con un tono de sencillez, reflexionó sobre la filosofía del enoturismo. Contó que siempre viene a Salta, pero nunca había estado en el Centro de Convenciones. «Estoy muy feliz, quedé sorprendido con este lugar», expresó.
Sobre Cafayate, digo que puede ser Sonoma, en referencia a ese lugar predilecto de vinos en Estados Unidos.
Para los que no somos del mundo del vino, ¿qué tanta alquimia hay en este proceso de la enología y de hacer vino?
Yo no creo en el proceso de hacer vino, yo creo en el proceso de entender un sitio. A partir de entender un sitio e intentar poner eso que vos ves en la botella, vas trabajando y en función de eso vas haciendo los vinos. Creo que es mucho más importante el lugar que la variedad, que el enólogo, el lugar es fundamental. Hace muchos años, estaba en una charla en Borgoña. Allí se planta Pinot y Chardonnay, nada más. Y uno de los fanáticos dice, si yo planto aquí Cabernet Sauvignon, va a salir con sabor a Pinot, porque lo más importante es el lugar, y yo creo un poco en eso.
¿Cómo se lleva del lugar a la experiencia del vino?
Yo creo que lo importante es ser parte del lugar. Si uno no es parte del lugar o sos un paracaídas o un caído, nunca lo vas a poder entender. Para hacer vino, para crear después la experiencia, tenés que sentir ese frío de invierno, ese calor de verano, las heladas, el granizo y la cosecha, que es la parte buena. Si lo vivís, año a año vas sintiendo y ya no es necesario medir, sino con solo ver el viñedo vas a entender qué es lo que está pasando.
En la charla que diste en el Centro de Convenciones, marcaste una visión antropocéntrica. Destacás la importancia del hombre, sus circunstancias, su cultura, su esencia, la colectividad.
Eso, lo colectivo.
Pero ¿cómo trasladar?
Es todo, el vino es la transmisión del conocimiento de generación en generación. Es el hombre el que lo transmite, es el hombre el que cultiva, es el hombre el que está encima, siente y vive. Lo importante es que vos seas parte del sitio y que no sea separado de vos. Para eso, bueno, vivís ahí, sentís ahí, tu familia está ahí. Hay que vivirlo.
Y cómo influye el arte. Uno cuando se imagina consumiendo vino, por lo asocia con el folclore. En el proceso del hacer del vino también influye la música?.
Fundamental, claro.
¿Qué música escuchás?
Yo escucho de todo. Acá tengo unos grandes amigos que decidieron separarse como Los Huayra, mantengo mucha amistad y sobre todo con «el loco» Funes. Y creo que es la esencia, vos estás acá, tenés que escuchar eso. No podés escuchar una tonada mendocina. Cuando hablaban aquí en un panel sobre la armonía del alimento con el vino y con el lugar. Es lo mismo, cuando uno hace algo tiene que estar en armonía, si no es imposible lograr un objetivo que identifique a ese sitio.
¿Tienes imágenes así guardadas sobre tu carrera en la que digas esto fue un logro? ¿O esto me marcó?
Son logros más personales que de los profesionales. Cuando plantamos el primer viñedo con mi mujer, lo hicimos con nuestras manos durante casi un año: planta por planta, palo por palo, cuando volvíamos a trabajar, cuando nació mi hijo. Todo está junto, digo, no lo puedo separar.
David Beckham le regaló un vino a Messi de Catena Zapata por su cumpleaños. Vos recordaste que fue el año en que nació tu hijo, en 2008. ¿Qué sensación te dio eso?
Bueno, eso, que había nacido en mi hijo, recuerdo eso. Pero no otra cosa, digo, finalmente es una circunstancia. Pero creo que ahí lo importante es que pusieron a la Argentina por encima de otras cosas. Y cuando tuvo que regalar un vino, regaló un vino de Argentina, de un sitio y Malbec. Creo que eso es lo más importante, más allá de la marca.
¿Cómo surgió Casa Vigil? ¿Cómo sintetizás eos los primeros pasos?
Sin lugar a dudas, la gente me empujó a tener que abrir. Fue de la gente hacia nosotros y no nosotros hacia la gente. Creo que eso es parte del éxito, cuando hay una demanda y no hay oferta. Y eso ha sido fundamental. Y después fue un proceso lindo, bello, donde está involucrada toda la familia, donde están involucrados mis hermanos, mis cuñados, donde está involucrada gente muy linda y hacedora. Lleva esto un tiempo que es muy divertido para mí, con todos sus desgastes, sus emociones, pero… Estoy feliz.
Sos enólogo, emprendedor, sos un hacedor de vino ¿cómo te definís?
Yo soy agricultor, ante todo. Mi vida ha estado vinculada siempre al agro y creo que va a seguir ahí. No solamente viñedo. Yo he hecho tomate, cebolla, ajo. Hacemos todavía mucho tomate. Yo soy un trabajador de la tierra.
¿Te recuerda tu paso para el INTA?
Bueno, trabajé varios años en el INTA primero como becario, mientras estudiaba en la universidad y luego como investigador. Pero me recuerda más a mi infancia. Trabajar en los parrales de mi abuelo, cultivar la huerta para comer. Bueno, nada, el día a día. Nada fuera de lo común.
El que no es de tomar vino y quiere sentarse a consumir alguna vez, a compartir, en familia, con amigos ¿Con qué empezar?
Yo empiezo con vino con soda y hielo. Creo que es el mejor comienzo de todo. Creo que ahí está el principio, Empezar a experimentar sabores, un poco más diluidos para que no molesten. Son refrescantes, son gaseosas, pero sanas.
¿Tenés algún ídolo, algún referente?
Sí, mi padre.
¿Por qué?
Una persona amorosa, amable, un caballero, una persona que miraba el futuro, sabía esconderse en el pasado para salir hacia adelante. Me parece que es la gente que necesitamos.
¿Quién te inculcó esta pasión o este oficio, o trabajo por el vino, por el enoturismo?
Tiene mucho que ver mi abuelo. En mi caso es materno y la vida de campo. Yo creo que viene por ahí. Y después, bueno, me casé con María, y sus padres son agricultores, hemos vivido en el campo. Necesitamos la tierra en la mano.
¿Cuántos de tus vinos tienen puntaje 100?
Varios, sí. Muchos. Sí.
¿Y cuál te da más orgullo? ¿Con cuál te sentiste más contento?
Bueno, el primero, Yo venía manejando y me entré en ese instante. Pero fue cosa de un rato, de un llanto, de un abrazo y un beso, y volví a casa a trabajar, y sí, yo estoy igual, Los 100 puntos significan que están mirando una región y que nos ponen al nivel de los grandes lugares del mundo. A partir de ahí, si ven cómo pasó, si va a abrir la puerta, y van a venir muchos otros 100 puntos, no solamente para mí.
Si bien vos describís que es una cuestión transversal, pero cuando vas definiendo los perfiles, aromas, también los sabores, ¿cuánto se descarta de eso?, ¿cómo es ese proceso?
Se descarta mucho, se descarta mucho. Pero vos tenés que pensar que yo hago vino en mi gusto. Pero claro, mi gusto es más o menos el gusto del 95% de la población. Y esa sería mi varita mágica. Soy de lo normal, lo más normal. Entonces los vinos que me gustan a mí le van a gustar a la mayoría de la gente. Tengo esa suerte. Hay gente que le gusta un tipo de vino y le gusta al 5%. Bueno, yo la verdad que como tengo mi gusto dentro de lo normal, lo más normal, es mucho más fácil.
¿Qué sentís al blendear?
Ah, es muy bonito. Es un momento único, de mucho trabajo, de mucha concentración, de necesidad de estar sumergido en tu trabajo y entendiendo qué es lo que estás buscando, de poder incorporar capas en los sabores y que se vayan abriendo. Después los vinos se dividen en me gusta, no me gusta, pero lo importante es que uno entienda qué es lo que está buscando, para que la gente, sin tener que pensar tanto en lo que huele o en lo que toma, le guste.
¿Y ahora qué estás buscando en este momento?
No, depende de las zonas. En cada lugar busco cosas distintas, en cada variedad busco cosas distintas. Yo creo en la flexibilidad y en el cambio de opinión permanente. Hasta a veces me es muy difícil embotellar porque ya vengo cambiando de idea del día para la mañana.
Recién comentabas que vas en contramano del mundo.
No, me reía, porque siempre estoy buscando ese punto. En el 2006 dejé de usar madera y todos estábamos usando cada vez más madera, pero no, yo creo que no es eso, sino que es una diversión. Me tomo ciertos recreos como hacer un vino así.
¿Cómo ves el futuro del vino, del mercado me refiero? ¿Qué expectativas hay?
Bueno, creo que vamos a pasar por un periodo bastante de meseta, hay muchas situaciones que se están dando que van en contra del vino, pero finalmente tenemos que dar a entender que el vino no es cualquier bebida alcohólica, sino que es un cachito de cultura, es un poco de cultura, un poco de sitio, un poco de personas y tiene que ver con el respeto al medio ambiente, con el respeto al otro.
Si bien los jóvenes están consumiendo cepas blancas, digamos, se habla de que otras generaciones consumían más vino…
Bueno, creo que hay una alternativa, se han abierto muchas más alternativas de consumo, entonces ahí es donde nosotros tenemos que competir y tener una comunicación directa sobre lo bueno que es tomar vino y no tomar otras bebidas. Bueno, es un trabajo que hay que hacer.
Si estuviera Messi hoy aquí, ¿qué vino le invitas a beber y con qué maridaje?
Y acá, un Torrontés, con una empanada, de queso, con cebolla verdeo. Debería ser eso. Y bueno, yo creo que eso, cualquier persona que haya venido acá, yo le invitaría a eso.
¿Y en Casa Vigil?
En Casa Vigil tomaría un Malbec seguramente, o un Cabernet Franc
¿Para vos cuál es la cepa más noble, o qué te enamora a primera vista?
No, yo te vuelvo a decir, creo que cada zona tiene sus posibilidades. Entonces, si vos me decías a mí que tomaría todos los días, y yo sí abro una botella de Pinot, pero me junto con mis amigos a comer un asado y quiero una botella de Malbec o Cabernet Franc. Me junto el domingo a comer pasta con mi familia y quiero un blend, un Cabernet Sauvignon con Malbec. No tengo una preferencia permanente sobre los vinos. Creo que los momentos y los sitios dan más posibilidades de lo que vas a beber que lo que uno, digo, estar siempre en lo mismo,
Tenés gente, me imagino, con la que te juntás a charlar, más allá de la cuestión mercadista del sector, sobre la filosofía del vino.
Sí, tenemos un grupo muy grande de enólogos y de viticultores en Mendoza que lo hacemos asiduamente, sí, sí.
Se nutre…
Bueno, es la forma, ¿no? Abrir vinos, probar, discutir sobre conceptos, sobre ideas y hacia dónde queremos ir. Es la única forma que tenemos de crecimiento.
¿Cómo te imaginas a Cafayate con todas las pilas puestas, con toda la estrategia puesta en el enoturismo?
Y un Sonoma. Un Sonoma con mejor vista.
La importancia de trabajar para el público ABC1
En su conversación con el periodista Fabricio Portelli, moderador del evento Hablemos de lo que viene: Vino & Turismo: Alejandro Vigil destacó que en enoturismo hay que trabajar para el público ABC1, que es el que puede pagar los precios de los vinos premium mientras hacen turismo. «Es la gente que puede viajar por el mundo y comprar botellas caras», expresó.
«Ellos son los que generan consumo y te aportan a vos los recursos necesarios para poder solventar tu proyecto. Y generan marca. Es lo que tenemos que lograr. Cuando tenemos una marca fuerte en el mundo, donde la gente está dispuesta a invertir en una botella de vino y promocionarla a través de todas las redes sociales. Hoy en día es muy difícil hoy comunicar, entender la comunicación nueva».
En otros puntos, les habló a los bodegueros. Dijo que no pierdan la oportunidad de vender sus productos en sus puertas. «Son dólares que ingresan de manera directa», sintetizó. A través de ese mecanismo mucho más directo, se evita los grandes costos de la distribución y los puntos de venta.
A eso, ponderó que se crea «un boca a boca», que permite que el turista se acerque al lugar, viva la experiencia, conozca a los hacedores de vino, sus costumbre y se termina convirtiendo en un embajador de la marca. Vigil destacó que eso funciona mejor que la publicidad en las redes sociales.
«Hay que involucrarse», enfatizó e insistió en la humanidad como centralidad de la actividad enológica. Y todo el trasfondo cultural que hay en una experiencia con el vino.
A las personas del sector, les recordó que la actividad lleva muchos años, por el tiempo de las plantaciones, los vinos que uno busca y el posicionamiento. «Incluso uno puede trabajar para eso y no ver los resultados en vida», afirmó.