A 50 años de la última Intervención Federal a Salta: avanzaron sobre los tres poderes
El 22 de noviembre de 1974, la presidenta de la Nación María Estela Martínez de Perón envió, ad referéndum del Congreso nacional, la Intervención Federal a nuestra provincia cuando era gobernador el Dr. Miguel Ragone.
Por el Decreto N° 1579, se intervinieron los tres poderes y dispuso la caducidad de los mandatos del gobernador, vicegobernador, senadores, diputados, concejales y gobiernos municipales. También se declaró en comisión a miembros del Poder Judicial.
Fue la cuarta Intervención Federal que un gobierno constitucional enviaba a la provincia desde la vigencia de la Ley Sáenz Peña. La primera la dispuso el presidente Hipólito Yrigoyen el 27 de abril de 1918, e interrumpió el mandato del Dr. Abraham Cornejo. La segunda, también de Yrigoyen, fue el 12 de noviembre de 1921 cuando interinamente gobernaba el Dr. Juan Basílides Peñalba, vicepresidente 1° del Senado salteño. La tercera Intervención Federal fue dispuesta por el gobierno del Dr. Arturo Frondizi el 21 de noviembre de 1961 e interrumpió el mandato de su correligionario Bernardino Biella, electo al igual que él, tres años antes, el 24 de febrero de 1958.
Las causas
En los considerandos del mencionado decreto de 1974, se enumeran varias causas. En primer lugar señala que se había producido una acefalía total dadas las renuncias del gobernador, vicegobernador, diputados y senadores titulares y suplentes del Frejuli, como también de los miembros de la Corte de Justicia. En realidad, tal acefalía no existió ya que las renuncias que efectivamente se habían presentado fueron ante las autoridades partidarias (PJ) y nunca siguieron su curso según los pasos establecidos por la Constitución y las leyes de la provincia.
Más adelante señala «que había una total desvinculación del Gobierno Provincial, respecto de los básicos lineamientos nacionales…». Y agrega algo grave: «Que en virtud de dicha desvinculación, se manifiesta ineficacia represiva frente a la acción perturbadora de fuerzas cuya actividad ha sido declarada al margen de la ley…». Y prosigue: «Que ello significa no solo una dislocación de la actividad del gobierno, sino también una conculcación de los deberes que las autoridades provinciales deben cumplir». «Que en el territorio provincial han existido actos gravemente conmocionales de la vida sindical, que pudieron haber sido superados de mediar la debida intervención gubernativa ante las implicancias socioeconómicas y políticas de la misma». «Que también se han protagonizado enfrentamientos del Poder Ejecutivo provincial con otros sectores populares, en absoluta discordancia con las pautas sustanciales con que se maneja el gobierno central…».
«Que la dimisión en pleno de los miembros de la Corte de Justicia de Salta, denota una advertible desarmonización en el Poder Judicial, por los que los habitantes están desamparados en la garantía de ‘administración de justicia’….».
«Que ello implica una grave e insoslayable alteración para el funcionamiento de los tres poderes, lo que ha llevado real y efectivamente a un caos institucional…».
Y concluye luego de otras consideraciones de menor significado «Que la situación de acefalía unida a otros elementos consignados, exige la intervención directa y amplia que establece el artículo 5° de la Constitución Nacional…». La noticia de la Intervención Federal se conoció en nuestra ciudad cuando caía la noche del 22 de noviembre. Solo faltaban horas para que concluya «Escorpio», el signo del zodíaco que hasta la actualidad tiene, al menos en Salta, tres intervenciones federales en su haber. Como es de imaginar, la noticia hizo que el desánimo cundiera por todos los sectores del gobierno provincial. Hasta momentos antes, en los corrillos políticos locales existía una creencia casi generalizada de que la intervención solo recaería en el Poder Ejecutivo. Tan fue así que una humorada del entonces diputado provincial, Aldo Teodosio Guerra, pinta la cruda realidad de aquellos momentos. Pese a que el 22 de noviembre era viernes, un gran número de senadores y diputados estaban reunidos en el recinto de la Legislatura. Allí, animada y hasta acaloradamente estaban comentando las mil y una versiones que había sobre la intervención. Casi todos coincidían en que el «remedio federal» solo se llevaría la cabeza de don Miguel y que el resto saldría ileso luego del sablazo federal. Así fue que cuando todos estaban inmersos en esa improvisada y ansiosa tertulia, de pronto las puertas del recinto se abrieron de par en par. Era el diminuto diputado Guerra quien, parado sobre el peldaño de ingreso, batía palmas pidiendo atención, mientras lucía una amplísima sonrisa de oreja a oreja. Hizo una pausa y a voz de cuello espetó: «Muchachos, tengo la última…». Todos se llamaron a silencio para escuchar al recién llegado que al parecer, dado su estado animoso, portaba buenas nuevas para los legisladores. «Muchachos, reiteró Guerra ahora refregándose las manos hasta finalmente espetar: -hay que volver con la mujer propia. La intervención es para todos».
Mitre 23
Las últimas horas del gobierno del doctor Ragone también fueron tensas. Allí no hubo humoradas. Las versiones sobre la inminente intervención eran diversas y lo único que no se sabía con certeza era cuándo y a cuantos les caería la espada de Damocles.
Pero pese a todas las versiones, Ragone no había perdido el optimismo. Se supo que desde días antes, cuando arribaba a su despacho, sonriente preguntaba: ¿Hay intervención? Ante la respuesta negativa de Villamayor, expresaba: entonces sigamos trabajando. Y así fue que en las últimas jornadas de su gobierno se conocieron varias licitaciones, inicios de obras y audiencias.
Si bien el decreto de intervención se rubricó a poco de la siete de la tarde del 22 de noviembre, Ragone supo de ella en horas de la siesta y en su domicilio. A las cinco de la tarde arribó a la Casa de Gobierno (Mitre 23) donde lo esperaba un grupo de mujeres de su sector político (Lista Verde). Luego en su despacho recibió los saludos de funcionarios de distintas áreas hasta que arribó el periodismo local. Y no pasó mucho tiempo cuando se arrimaron a saludarlo los diputados Ernesto Azurmendi y Carlos Castiella de la UCR; Carlos Carrasco, Elisa López y Ramona Cabello de Coronel, del bloque Lealtad (PJ) y Ascencio Orquera del MPS. Del sector empresario lo saludaron el ingeniero Roberto Issa de la CGE y el señor Daniel Patrón Costas de la Cámara de Comercio Exterior de Salta.
El Tribuno con Ragone
En un aparte, el doctor Ragone declaró a El Tribuno «me voy más respaldado y fortificado que antes. Nadie podrá decir nada en contra de nuestra actuación porque hemos actuado con honestidad y con respeto a todos los salteños. Si bien dicen que las intervenciones son para mal, espero que esta sea para bien de la provincia. En lo que a nuestra actuación, solo puedo decir que hicimos todo lo posible, trabajando con empeño y comportándonos con corrección por el progreso de Salta y dando el mismo trato a todos los salteños sin distinción».
El interventor
Ya casi al filo de la agitada jornada del 22 de noviembre, se supo que el Dr. Alejandro Mosquera (37), diputado provincial por el departamento Unión de la provincia de Córdoba, era el flamante Interventor Federal de Salta. Además, se informó que al día siguiente arribaría a nuestra ciudad el ministro del Interior, doctor Alberto Rocamora, para posesionarlo en el cargo. Y así fue que en el mediodía del día 23, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, el doctor Rocamora puso en funciones al doctor Mosquera en un acto que contó con la presencia del Dr. Miguel Ragone y miembros de su gabinete.
Antes del acto de posesión, Rocamora compartió una breve charla con el periodismo local. Allí contó que en 1956, estando detenido en la Cárcel de Caseros, antes de ser trasladados a Ushuaia, había conocido a varios salteños: «Olivio Ríos, Pedro Matar, Nicolás Taibo, Benito Sánchez y «Tombolito» Mena» ¿Sabía Rocamora que Ríos, el Vicegobernador intervenido, era el mismo Ríos de la Cárcel de Caseros y Ushuaia?