Abrir importaciones para bajar el costo argentino: un sueño que fue militar, kirchnerista y ahora libertario
”En público voy a decir que ustedes con la política económica van por el buen camino. Pero en las reuniones que se hacen en el Ministerio de Economía mis hombres van a decir todo lo contrario porque en definitiva yo soy un beneficiado del proteccionismo”.
La historia la contó el secretario de Comercio del equipo de José Alfredo Martínez de Hoz, Alejandro Estrada. “Un día recibí un llamado de Agostino Rocca”, el fundador del grupo Techint. Estrada dejó su testimonio en el Archivo Oral Gino Germani de la UBA. Y lo confirmó para esta columna meses atrás.
“Me invitó a su departamento del Edificio Kavanagh para almorzar. Por supuesto, fui. No recuerdo 100% el textual porque ya pasó mucho tiempo, pero el concepto fue así y lo digo sin temor a equivocarme: en público nos apoyarían y en privado serían duros”.
El encuentro con Rocca fue en 1978, precisó el exsecretario de Comercio.
Era José Alfredo Martínez de Hoz el ministro de Economía, y Estrada lo recuerda por ese entonces “desconcertado”: la inflación había caído de 444% (1976) a 175% (anual), pero seguía siendo elevada y la pelea “no terminaba más”. Además, el sector nacionalista militar (básicamente la Marina) cuestionaban aquel sesgo liberal de la política económica.
La apertura comercial fue justificada con un sello de calidad académica desde Economía.
En esos días, agosto de 1978, llegó a Buenos Aires el profesor de la Universidad de Chicago, Arnold Harberger,para apoyar la apertura diciendo que el país no debía elegir o apostar por el desarrollo de un sector industrial, porque los insumos se podían importar como lo estaba haciendo Chile en aquel momento bajo Pinochet, con el asesoramiento justamente de Harberger, que hoy tiene 100 años y aún vive.
Casi 50 años después de aquello, el gobierno argentino anunció esta semana la eliminación de trabas burocráticas para importar acero, aluminio y materiales para la construcción, una medida que apunta “a reducir el costo argentino, alentar la competencia, bajar los precios y promover las exportaciones de más de cinco mil empresas”, indicó en un comunicado. Los principales fabricantes locales de estos productos son el mismo grupo Techint, la argentina ALUAR y Acindar, del grupo indio ArcelorMittal. Según el par de Estrada hoy en día, Pablo Lavigne, secretario de Comercio, “los costos de importación de acero aquí son 50% más caros que el promedio mundial”.
La apertura como método para bajar el costo argentino no ha sido recurso solo de gobiernos de visión liberal explícita. El kirchnerismo amenazó también con el mismo látigo.
“Techint vende la chapa en nuestro mercado a un precio más caro que en el mundo”, dijo Axel Kicillof el 7 de septiembre de 2012 en el programa de televisión 6 7 8. Era entonces el vice de Economía (de Hernán Lorenzino).
Kicillof, incluso, fue un paso más allá ese día.
“Uno podría decir que es un problema de competitividad y lo que habría que hacer es dejar entrar la chapa que se produce en otras partes a precio de dumping, dejar caer el valor local y fundir al señor Paolo Rocca”.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, como muchos funcionarios de Economía hoy en día, pensaban que Techint debía vender sus productos a precios más baratos y que si bien la política de apertura de la economía no era tal vez la herramienta más eficiente para bajar los costos, quizá aquel anuncio suyo persuadiría al empresario de no subir los precios. Para Kicillof, o al menos eso decía en público, el principal objetivo de las empresas debía ser proveer al mercado local y exportar el excedente regulando el margen de ganancia.
El año pasado ocurrió otro episodio en el cual el gobierno de Alberto Fernández, amenazó con recurrir a esta misma herramienta.
“Si mañana no se resolviese el conflicto, vamos a habilitar a las empresas fabricantes como importadores habilitados de emergencia y les vamos a habilitar la posibilidad de importar todos los neumáticos que necesiten para abastecer a las automotrices”, dijo el entonces ministro de Economía, Sergio Massa, en medio de una escalada inflacionaria y luego de meses en los que el Gobierno no le encontraba tampoco la mano desde la Secretaría de Comercio para estabilizar los precios.
Martínez de Hoz, Kicillof, Massa y Caputo. ¿Qué tendrán en común que siendo más de derecha o más de izquierda, todos de algún modo, terminan ‘haciendo costos’?
La historia va más allá de estos cuatro.
La mirada ‘costista’ de la inflación a nivel macroeconómico fue apañada por Adalbert Krieger Vasena (1966) a través de acuerdos con las empresas y, años más tarde, por el gobierno peronista con José Ber Gelbard (1973).
Tampoco era algo que solo ocurría en la Argentina sino que, en ese momento, Richard Nixon, en EE.UU., recurría a una fórmula similar para bajar la inflación con controles de precios. Es lo que sucede cuando no se elabora un plan de estabilización y la apreciación de la moneda no sólo es insuficiente. También dañina para la producción y el empleo.