17 de noviembre de 2024

“Golpe de mercado”: cuando Cavallo acusó a los bancos por el dólar y terminó fijando el 1 a 1

“¿Fueron banqueros, empresarios y contratistas del Estado los que persiguieron el objetivo de hacer subir el dólar?”, le preguntaron los periodistas al presidente del Banco Central, Roque Fernández, en marzo de 1991 por el aumento del dólar.

“Sí, puede ser”, respondió el economista.

En cambio, el ministro de Economía, Domingo Cavallo, fue más visceral en otra entrevista separada que le habían hecho.

“Se pretendió crear una suerte de golpe de Estado económico, procurando que el Banco Central suba la banda cambiaria permitiéndoles a algunos obtener grandes ganancias y sumas”.

Así, de ese modo, Cavallo admitía que la suba del dólar que se venía dando en el final del verano de 1991, obedecía a un intento de golpe económico propiciado por ‘grupos empresarios’. El intento tenía como fin, según la mirada del entonces ministro, forzar una devaluación obligando al Banco Central a modificar la banda cambiaria fijada el anterior martes.

En los primeros días de marzo de 1991 la inflación estaba lejos de verse controlada: por el contrario, pegó una aceleración. En diciembre de 1990 había dado 4,7%, en enero 7,7% y en febrero 27%. En ese contexto, y tan solo unos días antes (N.E.: el 1° de marzo), Cavallo había asumido su cargo en reemplazo de Erman González.

El ministro se negó a identificar a los grupos que operaban contra su política cambiaria, que por entonces no había definido como de tipo de cambio fijo porque faltaban tres semanas todavía para el anuncio del cambio de régimen monetario y cambiario: la convertibilidad dolarizadora.

Nadie tenía una pista al respecto salvo quizás el equipo económico y, mientras tanto, en los ambientes políticos se señalaba a tres bancos extranjeros y varias empresas multinacionales como los principales responsables de la corrida cambiaria que había sucedido uno de los primeros viernes de marzo no bien asumió Cavallo. El tipo de cambio llegó a 10.300 australes, obligando al Banco Central a vender 251,8 millones de dólares.

Frente a la incertidumbre que reinaba en el mercado y que rodeaba a un gobierno que había mostrado incapacidad para estabilizar la economía a lo largo de un año y medio, hubo un grupo de economistas del Banco Central bajo las órdenes de Fernández que llegó a considerar subir el techo de la banda dando por finalizada la pérdida de reservas.

Pero el razonamiento que primó desde el Ministerio de Economía fue otro. Primero, ofrecer batalla a los operadores y, con la intención de disuadirlos, vender todos los dólares que fuese necesario para evitar que el austral se siguiera devaluando. Segundo, pensar en un plan para ganar las elecciones legislativas que estaban a seis meses.

Cavallo llegó a llamar a una conferencia de prensa un domingo a la tarde en el ministerio para anunciar un aumento de los encajes.

Cuando un cronista de Clarín le preguntó sobre la posibilidad de que grupos económicos interesados en una devaluación fueran los responsables de la corrida, el ministro prefirió la prudencia esa vez. Contestó que no creía en la existencia de confabulaciones por parte de algún sector empresario aunque sí aventuró que muchos de los analistas financieros que habían aconsejado a su clientes pasarse al dólar debían reconocer ahora que se habían equivocado porque pagaron 10.300 australes por cada dólar y dos días después podría conseguirse a 9.300. Y agregó que el ordenamiento que Menem había comenzado a hacer sobre el Estado estaba impactando en el dólar. “Son los que se sienten afectados por la reforma del sector público y la desregulación de la economía que, lógicamente, genera resistencias”. Cavallo asumió con una huelga larga en el servicio de ferrocarriles y que Menem saldó con la frase “ramal que para, ramal que cierra”.

Golpe de mercado, empresarios, banqueros, dólar, desregulación de la economía y acusación a los economistas privados. Una dinámica de Menem-Cavallo que recuerda a la de esta semana de Javier Milei-Luis Caputo que acusaron al Banco Macro por ejercer un seguro de recompra de bonos del BCRA y que llevó al propio Central a deshacerse de US$2.000 millones en un día. El Presidente directamente llamó de “golpista” al banco y lo asoció a Sergio Massa. El miércoles en la Bolsa de Comercio (sin mencionarlo) y el jueves ya en una entrevista en LN+ explicitando el caso. También fueron contra los economistas.

Cavallo salió de aquella situación a las pocas semanas. Fijó la paridad con el dólar en 10.000 australes, le quitó cuatro ceros a la equivalencia y creó $1 igual a US$1.

Milei, por su parte, dijo el miércoles que cuando la inflación se ubique cerca de cero recién ahí se decidirá la suerte del crawl del 2% mensual: tipo de cambio fijo o flotante. ¿Será que denunciar un golpe de mercado es la antesala de definir una regla definitiva para el dólar? Lo fue en 1991.

Clarín

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