21 de septiembre de 2024

Francisco Lavaque: «Entrar desde el punto de vista emocional es una muy buena forma de vender vino»

Paisajes, gastronomía, cultura, vinos. Todo forma un maridaje que se puede presentar como una experiencia única para los turistas. Bajo ese concepto se desarrolla el enoturismo. Un especialista en la temática es el enólogo y viticultor Francisco «Pancho» Lavaque, quien formará parte del panel Generadores de Experiencias, que hoy a la tarde se presentará en el ciclo Hablemos de lo que Viene: Vino y Turismo de El Tribuno.

Es el líder de la tradicional bodega cafayateña que lleva su apellido. En diálogo con este diario se refirió sobre los avances que hubo en el ámbito del enoturismo salteño y sobre lo que falta desarrollar.

«Hace ya cuatro años comenzamos a hacer viticultura regenerativa y orgánica. Transformar un viñedo que arrastraba décadas de manejo convencional fue algo maravilloso. Pasar de suelos muertos a suelos que recuperan su fuerza, y además le fomentamos una potente biodiversidad. Todo gracias a un manejo consciente de los recursos que tenemos dentro de la finca, sumando animales y elaborando compost. Todo este trabajo se termina reflejando en nuestras uvas y nuestros vinos», afirmó.

¿Cuáles son los aspectos o factores que faltan desarrollar en Salta para potenciar el enoturismo?

En los últimos años las bodegas se han ido preparando para recibir al turismo con propuestas muy atractivas y al estar la oferta de este tipo, la gente respondió muy bien. Mientras más bodegas se abren al turismo, más turismo llega. En cuanto a lo que falta, creo que sin dudas es más conectividad. Uno nota que tanto en Buenos Aires, en la gastronomía, y en Mendoza, con el enoturismo, todo el público brasilero es muy importante, así que todo lo que sean vuelos directos con Brasil suma. En ese sentido, si también la ruta nacional 68 (que lleva a Cafayate) alguna vez llegase a ser autopista en todo el primer tramo sería lo ideal. Y ni hablar de que exista una infraestructura para que lleguen vuelos comerciales directamente a Cafayate.

¿Cómo se trabaja para generar más experiencias?

Al ligar las bodegas y los vinos a las experiencias, esta experiencia va muy en línea a lo que la bodega quiere transmitir a su público, a sus consumidores, en el estilo de los vinos que hace, cómo los hace, por qué son así y por qué los vinos de los Valles Calchaquíes tienen determinada identidad. Entonces, que el turista se meta en todo ese mundo de cómo se hace el vino y entenderlo es una forma de que se fidelice con el vino, con la marca, con el proyecto. Entrar desde el punto de vista emocional con el consumidor, eso es una muy buena forma de vender vino, de comunicarlo. Y las experiencias van ligadas también muy al imaginario de la forma de vida argentina, con el asado, el malbec, las cabalgatas y la vida al aire libre. Cuando es en época de vendimia, por ejemplo, para la gente que visita, experimentar o ser parte de la vendimia es algo también que gusta mucho.

¿Hay mayor diversidad de vinos?

El vino argentino, que tiene larga historia, fue cambiando bastante a través de las décadas, de las generaciones. Pensar que en la década del 70 se tomaban más de 90 litros per cápita, y ahora estamos en unos 20 litros per cápita. Si bien el volumen disminuyó significativamente, se ha crecido mucho en el valor de los vinos, en la cadena de valor, y en el sentido del lugar que tienen los vinos hoy en día.

¿Está creciendo la venta de vinos en las bodegas?

La venta de vinos en la bodega es algo que sí va creciendo. La botella que se vende al consumidor directamente en bodega es espectacular porque se puede mostrar el trabajo que hay atrás de cada botella, en la viña, con toda su gente, la pasión que se le pone, la elaboración, la crianza, todo el amor y el trabajo puesto en cada botella. Así que es un mensaje fuerte y lindo.

¿Qué posicionamiento tiene el torrontés?

El torrontés sin duda es una uva súper emblemática para los Valles Calchaquíes, para Cafayate, nos identifica. Los parrales antiguos de torrontés que hay en el valle son patrimonio de la viticultura argentina. Son parrales de más de 100 años en producción. Es una cosa espectacular. Creo que se fue trabajando mucho en el estilo. Hoy hay vinos de uva torrontés que son muy delicados, muy equilibrados y también pueden cumplir este propósito de la cadena de valor, de valor agregado. Y así como nos identifica tanto acá y en Argentina, en algún momento se pensó que el torrontés iba a ser como un equivalente al malbec, no fue tan así, pero sin duda se van ganando nichos importantes en segmentos de valor agregado, llegando a las cartas de los mejores restaurantes del mundo.

Eltribuno

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