20 de septiembre de 2024

Cuando el diario El Tribuno y la Villa Hipódromo casi vuelan por los aires

El sábado 11 de mayo de 1974 por la tarde, un llamado anónimo a El Tribuno alertó sobre un atentado que se concretaría de un momento a otro contra las instalaciones del diario. Ante ello y, según normas internas de la empresa, los directivos de inmediato denunciaron la amenaza ante la policía. Además, se solicitó que se tomen las medidas pertinentes a los fines de evitar se concrete la advertencia anónima y que se ponga en conocimiento del hecho al jefe de Policía, Cnel. René Sánchez, y al gobernador Miguel Ragone. La respuesta policial fue apostar un agente en la puerta del diario en Zuviría 20.

Lamentablemente, la amenaza de aquel sábado se concretó horas más tarde, en la madrugada del día siguiente, es decir el domingo 12 de mayo y a solo dos horas que el personal de rotativa se retirara del lugar. Pero hubo un cambio, en lugar de concretarse el atentado en Zuviria 20, ocurrió en el edificio que El Tribuno estaba construyendo en Limache y donde ya estaba instalada la rotativa.

Según las declaraciones del sereno Víctor Mamaní ante la policía, a eso de la 5 de la mañana ingresó a la obra un vehículo. Pensó que sería de la empresa constructora que llegaba con algún material, como solía ocurrir. Pero cual no fue su sorpresa cuando después de un rato, se acercaron a su puesto de guardia, tres personas, una de ellas con un revólver que le apuntaba mientras le exigía que no se resistiera. Luego, bajo amenaza, lo maniataron, lo encapucharon y lo sacaron del refugio por una ventana para finalmente treparlo a la caja de un vehículo donde lo hicieron acostar. En esa posición fue trasladado un buen trecho por un camino de tierra hasta que luego de detenerse el vehículo, lo hicieron descender y de nuevo y bajo amenaza, le dijeron que permaneciera maniatado en ese sitio (un matorral al lado del camino) y que no tratara de regresar a la obra pues allí habían colocado una bomba. «A vos no te va pasar nada…», le dijeron. Luego de la advertencia final, Mamaní escuchó que uno del grupo parecía comunicarse con un aparato radial diciendo: «En seguida cortaremos el tráfico».

Luego de ello, Mamaní dijo que escuchó que el grupo se alejaba en el mismo vehículo que había llegado, en tanto él y luego de un rato, comenzó a lidiar para desatarse. Cuando logró tener sus manos libres se sacó la capucha y se sintió desorientado pero como aun no había amanecido, se encaminó para el lado que aun brillaban las luces de la ciudad. Así fue que después de un largo trecho llegó a la esquina de la carpa de Lalo Musa –actual confluencia de RN68 con RP21-, justo al frente de la obra de donde era sereno. Por temor a los explosivos o darse de lleno con sus captores, tomó un colectivo hasta el barrio El Tribuno, para denunciar lo ocurrido en el destacamento policial.

Brigada de Explosivos

Luego de la denuncia de Mamaní, personal del Destacamento se trasladó hasta la obra en construcción donde pudo constatar la presencia de explosivos. Esto hizo que de inmediato se solicitara la presencia de la Brigada de Explosivos, la cual, y luego de una ardua tarea, desactivó el material que estaba a punto de detonar. Luego, la investigación pasó a manos del Juez Dr. Balvín Gallo.

Según los expertos policiales, «los terroristas habían colocado 8 bolsas estratégicamente ubicadas en distintos lugares, conteniendo cada una 30 kilogramos de pólvora aluminizada, es decir un total de 240 kilos. Las bolsas estaban conectadas en circuito electromecánico compuesto por decenas de metros de cables y detonadores eléctricos alternados, conectados a un mecanismo de lavarropas accionado por dos baterías. El explosivo era de doble efecto ya que, al estallido de la pólvora, se hubiere sumado el efecto del aluminio, que en esos casos al fundirse, alcanza una temperatura de 4.000 grados, provocando incendios al expandirse».

Por fortuna, el mecanismo fue desactivado segundos antes de que llegara al punto de detonación, habiendo sido necesario trabajar con gran precaución porque el sistema estaba provisto de un «cazabobo». Quienes desactivaron el artefacto, dijeron extraoficialmente que estaban ante el trabajo de un especialista y que todo el sistema habría costado $ 1.000.000 m/n.

«Como la pólvora aluminizada genera 4.000 grados de calor –dijo uno de los expertos- de haber detonado, se habría producido la destrucción total del nuevo edificio. Además, la onda expansiva podría haber afectado las viviendas del barrio El Tribuno y de Villa Hipódromo, esta última, a metros de la obra. Otra gravísima consecuencia, es que podrían haber estallado los tanques de combustible de la estación de servicio (Huaytiquina) ya que el poder calórico del material utilizado se iba a expandir en un radio de unos 250 metros.

Sin diarios

El domingo 12 de mayo, los directivos de El Tribuno enviaron dos telegramas, uno al ministro del Interior, Benito Llambi y otro al gobernador Miguel Ragone. Al primero, denunciando el atentado, y al segundo, solicitándole su intervención para que se refuerce la seguridad del diario. Pero como hasta las ocho de la noche de aquel día, el refuerzo solicitado no llegó, la empresa propietaria de El Tribuno y Norte resolvió que por falta de seguridad y garantías, los diarios no saldrían el lunes 13 de mayo de 1974, disposición que se puso en conocimiento del Ministerio del Interior. Al día siguiente, el gobierno de la provincia a modo de descargo, dijo en un comunicado, que los diarios no habían salido «por decisión de la empresa editora».

Finalmente, el 14 de mayo, los diarios El Tribuno y Norte volvieron a la calle al haber cumplido el gobierno de la provincia con las medidas de seguridad solicitadas por la empresa editora.

Otros ataques

Cabe recordar que el frustrado atentado contra El Tribuno ocurrió a días que en la Legislatura provincial ocurriera la escandalosa irrupción del Jefe de Policía en el recinto del Senado, un hecho que por su importancia institucional, los diarios locales le habían dado una amplia cobertura periodística.

Pero el atentado de Limache no fue el primero de los ataques que por entonces sufrió El Tribuno. El 16 de marzo de ese año, dos diputados provinciales del bloque «Lealtad», habían presentado un proyecto de ley para expropiar el diario. Días después, en la sesión del Senado del 30 de marzo, el representante del departamento de Los Andes, mocionó para que su director –Roberto Romero- fuese arrestado por 48 horas por haber solicitado el desafuero del senador Osfaldo Bravo. La moción del arresto no prosperó dado que con su voto, el Vicepresidente 1° del Cuerpo, Dr. Juan Eusebio Jorge Royo, puso fin al empate entre los bloques Verticalista y Lealtad y sus aliados.

Fuente: El Tribuno

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