Suicidios en la Policía: un trabajo con alta exigencia emocional y agentes sin condiciones para afrontarlas, claves para el colapso psicológico
En los últimos 15 días, al menos, tres policías de la Provincia de Salta se quitaron la vida. Las estadísticas generan alarma entre los miembros de la institución que está pasando una situación crítica. El ministro de Seguridad de Salta, Marcelo Domínguez, anunció que todos los integrantes de la fuerza deberán someterse anualmente a exámenes psicológicos. A fines de octubre, la Cámara de Diputados de la Provincia había dado media sanción para las modificaciones en la Ley de Personal Policial y la Ley Orgánica de la Policía. Lucrecia Miller, psicóloga, presidenta de la Fundación Red PAPIS, integrante de la Asociación Red Argentina de Suicidología y consejera en el Consejo Provincial de Niñez, Adolescencia y Familia, en diálogo con El Tribuno, se refirió a esta problemática.
¿Cuál es su visión sobre esta serie de suicidios en la Policía de Salta?
En primer lugar, quiero destacar que existe una Ley, la 27.130, de Prevención del Suicidio que fue sancionada en marzo de 2015 y reglamentada recién en 2021 de la cual es importante hablar cuando nos referimos a esta problemática. La provincia de Salta adhirió a esa ley mediante la ley 7.909. Sin embargo, los casos en general, de suicidio, en la provincia siguen en una escalada, en aumento, sin que se advierta que los términos de esa ley se están implementando debidamente. Quiere decir entonces que tenemos una cobertura legal que es muy completa, porque habla acerca de la atención, la investigación epidemiológica del fenómeno, la capacitación profesional, es decir, cubre todas las instancias, porque el suicidio es un fenómeno que se puede prever y prevenir.
¿Cómo se puede prever y prevenir?
En principio, es fundamental comprender que es un tema del que hay que hablar. Me parece que esto se está entendiendo recién ahora. Antes se creía que no se debía hacer público los casos de suicidio porque sino se alentaba la ocurrencia de nuevos casos.
Se habló siempre del efecto dominó…
Sí, pero yo creo que cuando las cosas no se hablan y se mantienen en secreto, fomentan que se conviertan en un territorio aún más complejo, y en salud mental lo llamaríamos ‘iatrogénico’, es decir, que genera más daño del que se busca prevenir. Recién ahora estamos liberando la capacidad de hablar a tiempo.
¿Qué factores influyen para que una persona llegue a tal decisión drástica?
Nosotros cuando atendemos personas en riesgo de suicidio, vemos que hay un proceso suicida. Es decir, no es un hecho intempestivo, excepto en la franja de adolescencia, pero siempre hay indicadores más específicos y que uno no puede determinar, es decir, hay hasta personas que anticipan el suceso manifestándolo abiertamente, pero como se ha instruido a quienes están a la vuelta de que no tienen que hacer alusión al tema específico y evitarlo, muchas veces las personas que están en riesgo de suicidio no encuentran la contención adecuada, otras intentan decirlo, pero tampoco encuentran un entorno propicio entonces se arma ahí un círculo vicioso, donde no hacemos lo correspondiente. Razones hay de muy múltiples condiciones. Hay un ámbito social, político y económico que conspira contra la salud emocional de las personas. Si a eso le sumamos que estas personas tienen una vulnerabilidad psicoemocional, se van uniendo factores de riesgo. Además, si consideramos que hoy las personas tienen toda clase de exigencias pero no cuentan con los recursos internos ni las herramientas emocionales y psicológicas para poder afrontarlas, la situación es más compleja aún. La incidencias de las redes sociales es otro factor porque estas crean una realidad virtual de éxito, de logros inmediatos, de niveles de exigencia en cuanto a qué logros tiene que alcanzar una persona en su vida para conseguir ser feliz, exitosa, adaptada a un sistema social, a los estereotipos de belleza, estética, logros económicos. Esos parámetros le dicen a la persona que si no está a la altura, está fuera de circulación y es fracasada.
¿Los problemas de salud mental como ansiedad, depresión no diagnosticados están presentes en los casos de suicidio?
Si. Sabemos que en el proceso todo empieza justamente por una frustración que la persona no tiene la capacidad de afrontarla y resolverla. Eso se va convirtiendo en un conflicto, en una crisis y en definitiva, el suicidio es una manera de escapar de la angustia, del dolor.
¿En la órbita del personal policial, el hecho de tener un arma reglamentaria, es un factor de riesgo?
Está comprobado que el área de los funcionarios de seguridad es una de las órbitas donde hay mayor cantidad de suicidios. Ocurre que tienen que adaptarse no solamente a una función que les requiere mucho más de lo que pueden, puesto que muchas personas no tienen las condiciones, ni la estructura de personalidad para poder hacerlo, sino que a eso se suma el régimen, que es un sobreagregado de exigencia y que indudablemente dispara muchas veces estos hechos no sólo de autoviolencia, dado que el suicidio es la manifestación más extrema de violencia contra uno mismo, sino también desajustes previos a la función.
Yo he estado vinculada como profesional civil psicóloga a la fuerza durante muchos años atrás. En el tiempo que hacía los ingresos, era muy rigurosa en la evaluación de personalidad. Me encontraba, con que los postulantes venían con recomendaciones políticas y verdaderamente como que soslayaban el tema de que no tuvieran las características para adaptarse a la función, ante lo cual yo tenía que informar esa circunstancia y dejar que la gente que conducía la institución hiciera ese ingreso bajo su responsabilidad, entonces, pronto empezaban a verse los desajustes con la función en los sumarios administrativos. Es decir, empezábamos a ver que la persona no podía estar a la altura de las exigencias de la función, casos de violencia familiar, uso de sustancias, con lo cual había una serie de indicadores previos a que se desencadenara una situación de autoeliminación.
Considero que se deben rever los exámenes de ingreso a la Policía porque estos se han ido desvirtuando. Veo que ha habido un desmembramiento, una falta de política.
¿Cómo se puede solucionar esta problemática?
Cambiando la visión que se tiene del personal de seguridad. Se necesita una base humanística que desde el comienzo considere al funcionario policial como un sujeto que no vale solamente que se lo prepare en fuerza física, en la cuestión militarizada, sino un sujeto que sabemos que siempre va a ser exigido en su máximas competencias para poder afrontar una función y la inserción a un régimen sin quebrarse.
Creo que esta visión humanística es considerar al futuro policía no como un buscador de una planta laboral al que solamente con facilitarle el ingreso y adentrarlo a la escuela ya le solucionamos su problema económico y laboral sino ver a la función policial con la especificidad, la delicadeza que requiere y formar a los futuros funcionarios de seguridad, sobre lo cual no veo que haya una política institucional.
Hace poco se ha dado media sanción a una ley en la Legislatura para el tema del acompañamiento pero si no hay una visión completa y conciencia de que podés estar haciendo asistencia psicológica al personal pero si el régimen sigue las mismas condiciones, indudablemente es muy poco lo que se podrá hacer.
Hay muchos casos en los que están con carpeta médica psiquiátrica, a veces años y verdaderamente no se llega a la profundidad de lo que le está pasando a este sujeto. No hay que dejar pasar que en el término de menos de un mes ha habido varios funcionarios policiales que han llegado al suicidio. Esto nos está dando una señal de alarma importantísima. El régimen tiene que evolucionar y de forma inmediata y profunda.