Los 20 años del MAAM, un ícono de la cultura
El 19 de noviembre de 2004, la obra estuvo a punto. Luego de meses de trabajo cuidado, el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) abría sus puertas. En su interior se resguardaría uno de los tesoros más importantes de la cultura de Salta y un hallazgo de la ciencia mundial: los Niños del Llullaillaco.
El 19 de noviembre de 2004, la obra estuvo a punto. Luego de meses de trabajo cuidado, el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM) abría sus puertas. En su interior se resguardaría uno de los tesoros más importantes de la cultura de Salta y un hallazgo de la ciencia mundial: los Niños del Llullaillaco.
En la actualidad recibe, en días feriados, más de 8000 visitas. Es el espacio elegido por salteños y turistas para conocer parte de la historia ancestral de Salta y además recorrer un espacio histórico, rico desde su arquitectura hasta su tecnología que permite mantener en crioconservación a los tres niños descubiertos en 1999, en el Volcán del Llullaillaco, en el límite con Chile en el extremo oeste de la provincia, a unos 600 km de Salta.
En 2004, el exgobernador Juan Carlos Romero fue quien accionó los mecanismos legislativos, científicos y financieros para la puesta a punto de uno de los museos con tecnología de punta mas importantes del país y la región.
El proyecto para crear el sistema de crioconservación que hoy mantiene a los Niños del Llullaillaco fue presentado en 2003 por Marcelo Bernaski y Mario Bernaski. La propuesta era la de colocar a los niños en unas cápsulas que permitirían modificar su atmósfera interna, refrigerarlas por medio de un sistema secundario a -20°C y asemejar sus condiciones internas con 98% nitrógeno y 2% oxígeno, a las de la cima del volcán. Gracias a ello se evitaría que los cuerpos se disequen en el tiempo y cambien su color por la oxidación del aire. Para estar seguros de que este sistema podía funcionar se mantuvieron durante 3 semanas de agosto de 2003 en el Museo de Historia Natural de Nueva York, reuniones multidisciplinarias lideradas por el doctor Craig Morris para estudiar su viabilidad técnica y su capacidad teórica de conservar a los niños en el tiempo. Los resultados favorables permitieron iniciar la búsqueda de una empresa que tuviera la capacidad técnica, científica y económica de llevar adelante el proyecto del sistema de criopreservación de los Niños del Llullaillaco.
El MAAM se levanta en Mitre 77, la vivienda del 1860 que se transformó en un espacio de ciencia. La elección del edificio para albergar a los Niños del Llullaillaco y su ajuar pertenecía al Consejo de Educación de la Provincia.