14 de noviembre de 2024

La Noche de los Museos festeja 20 años y la gente colma los clásicos, La Boca y las confiterías históricas

Dos décadas exactas pasaron desde esa primera vez que Buenos Aires imitó la movida que nació en Berlín y abrió, de noche, las puertas de sus museos. La Noche de los Museos está celebrando 20 años este sábado, desde las 19 y hasta las 2 del domingo, con más de 250 espacios culturales, museos, edificios históricos y centros de arte recibiendo a miles de personas dispuestas a disfrutar de una noche única.

Este evento se convirtió en uno de los más esperados por porteños y turistas, y una vez más permitió que familias, grupos de amigos, parejas y curiosos exploren cada espacio en una noche donde los museos dejaron de ser lugares distantes para convertirse en los anfitriones de una experiencia compartida y abierta a todos.

La apertura oficial se hizo en el Planetario, con un concierto de la Banda Sinfónica de la Ciudad con un repertorio desde bandas sonoras de películas épicas –como Star Wars, E.T. e Indiana Jones– hasta piezas de Puccini que transportaron al público a la ópera con la Turandot Suite, Tosca y Madame Butterfly. En paralelo, la sala del Planetario presenta en esta edición una proyección de alta tecnología inmersiva con imágenes y sonidos que evocan la inmensidad y el misterio del universo.

En Colón Fábrica, ya había tres cuadras de cola más de una hora antes de la apertura.
FOTOS MARTIN BONETTOEn Colón Fábrica, ya había tres cuadras de cola más de una hora antes de la apertura.
FOTOS MARTIN BONETTO

También en Palermo, el MALBA volvió a ser, como es habitual, uno de los museos más convocantes de la jornada, con largas filas desde temprano. Pero en la otra punta de la ciudad, el barrio de La Boca —que ha vuelto a transformarse en un epicentro de arte y colores— atrajo con el que va camino a convertirse en uno de los grandes clásicos de la Ciudad: el Colón Fábrica.

A las 17.45, más de una hora antes de la apertura de puertas, ya había tres cuadras de cola. Mercedes Avellaneda (40) era la primera en la fila junto a su mamá, Emilia Álvarez Avellaneda (68). Ambas vinieron desde San Martín. «Llegamos a las 16. La verdad que teníamos muchas ganas de ver cómo eran las vestimentas, los elementos que usan», dice Mercedes.

«Estoy encantada de poder venir. Cuando era chica estuve en el Colón y quería compartir este momento con mi hija. Esta parte de la historia argentina me encanta«, agrega Emilia, recordando sus pasos como bailarina.

Colón Fábrica se convirtió en un viaje en el tiempo donde las enormes escenografías, como las utilizadas en «Los cuentos de Hoffmann», se llevaban la atención junto con los atuendos de época.

Graciela Prilank (62) es la primera vez que recorre La Noche de los Museos y decidió arrancar por el espacio que refleja la maravillosa ingeniería que mueve al Teatro Colón. Mientras mira detenidamente la imponente escenografía de «Una tranvía llamado deseo», y cuenta: «Siempre quise venir. Me pareció una gran oportunidad porque era lo mejor que presentaba la Noche de los Museos y mi primera vez quería que sea especial. La verdad es todo muy impresionante y deslumbrante».

Camila Miani y su mamá, Romina, también recorrían Colón Fábrica con ojos llenos de curiosidad, fascinadas por las gigantescas escenografías y vestuarios que revelan el detrás de escena del majestuoso gran coliseo argentino. “Nunca habíamos venido aquí antes”, cuenta Romina, mientras sus ojos se detenían en una enorme estructura teatral, como si intentara imaginar el esfuerzo y la dedicación detrás de cada obra.

La movida gratuita sigue hasta las 2 de la mañana en más de 250 espacios de toda la ciudad. FOTOS MARTIN BONETTO La movida gratuita sigue hasta las 2 de la mañana en más de 250 espacios de toda la ciudad. FOTOS MARTIN BONETTO

La visita era especial, no solo por la magnitud, sino también por los recuerdos que evocaba: Romina había conocido de niña una pequeña parte de los talleres en los subsuelos del teatro y aún recordaba la zapatería y el área de vestuario. Para ambas, el lugar era un mundo aparte, donde podían sentir la esencia de las producciones que marcaron la historia del teatro argentino. “Es impresionante –afirma Camila–. Los vestuarios son tan pesados, imagino lo difícil que debe ser para los actores llevarlos bajo el calor de las luces”.

Decididas a aprovechar la noche, madre e hija van a seguir explorando La Boca con la Fundación Proa y la Usina del Arte, otros dos espacios destacados del circuito del sur porteño.

En Proa, con su elegante arquitectura moderna que contrasta con las fachadas coloridas y antiguas del barrio, las cuñadas Silvia Ledesma y Roxana León también seguían el recorrido que habían empezado en Colón Fábrica. Ya habían intentado visitar en otras ediciones la fundación, pero nunca lograban entrar por las largas colas. “Hace rato que quería venir a este”, comenta Silvia. “Me encantó todo el recorrido que hace sobre Tilcara, Los Incas. La verdad muy bueno. Es una gran propuesta y gratis”, dice Roxana.

Esther Conde, vino sola desde Monte Grande. También armó el combo Colón + Proa, donde encontró una muestra de esculturas que la cautivó profundamente. “Es que la escultura me fascina”, afirma y recuerda que había tenido sus propias experiencias en el mundo del arte.

El Edificio del Molino, que esta vez abrió sin cupo, fue otro de los más convocantes.
FOTO MARTÍN BONETTOEl Edificio del Molino, que esta vez abrió sin cupo, fue otro de los más convocantes.
FOTO MARTÍN BONETTO

Las confiterías históricas son otro hit de esta edición. El Edificio del Molino volvió a abrir sus puertas en La Noche de los Museos para mostrar el proceso de restauración integral de sus espacios, pero esta vez fue sin cupos, por orden de llegada. Alrededor de las 19, ya había tres cuadras de cola, que daba vuelta todo el edificio anexo del Congreso de la Nación. En el recorrido, los visitantes pueden ver el espacio de la confitería en la planta baja, el salón de fiestas en el primer piso y el salón donde se encuentra la cocina histórica.

También la restaurada Confitería La Ideal se sumó, con un grupo de recreacionistas para viajar a 1912, el año de la apertura de La Ideal, y un show de tango.

Clarín

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