Es bombero desde los 12 años y hoy dirige el cuartel más antiguo del país
Carlos Milanesi tenía apenas ocho años cuando desde el balcón de su casa empezó a mirar con detenimiento lo que pasaba en el cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca. Las idas y venidas, el sonido de la sirena, las corridas, se llevaban toda la atención de ese nene nacido en Barracas. Actualmente, con 55 años, vive la pasión desde adentro como presidente, y este domingo, en el Día del Bombero Voluntario, recuerda cómo fueron sus primeros pasos.
Cuando Carlos tenía apenas 8 años, su familia decidió mudarse a Brandsen 567, en La Boca. “Tenía mucha devoción por los bomberos, cada vez que asomaba la cabeza me quedaba por horas mirando. En ese momento se usaba un autobomba descapotado, no tenía cabina, y me llamaba mucho la atención como iban y venían corriendo y se iban cambiando a medida que salía el autobomba. También tenía un carburador especial, había que empujarlo porque si no se ahogaba y me habían dejado que yo colaborara con eso”, rememora.
Milanesi recuerda todo como si hubiera ocurrido ayer. “Tenía 12 años, fue un martes a la tarde”, dice sin pensar mucho, cuando un bombero lo vio con una pelota en sus manos y lo invitó a compartir un partido.
“Vení, baja y trae la pelota”, le dijo el hombre. Ilusionado y con una gran emoción corrió a jugar. “Yo estaba como si estuviera jugando con Maradona, con Messi. Le dije a mi mamá, ‘Hoy jugué con los bomberos’. Me gustaba estar con ellos, interactuar con ellos”, dice.
“El 26 de octubre del año 81, estábamos jugando a la pelota en ese horario, entre las 17 y las 19 de la tarde, más o menos, y arrancó a sonar la alarma. Yo ya conocía cuáles eran los procedimientos, ya hacía tiempo que interactuaba con ellos, sin entrar al cuartel. Salieron los bomberos y me quedé solo, con la pelota en mis manos. Y en ese momento llegó el que estaba de jefe. Él sabía quién era yo y yo sabía quién era él. Estaba paradito en la puerta y me preguntó qué hacía ahí, le respondí y me dijo que quería hablar con mi papá”, relata.
El mensaje no era una advertencia ni mucho menos una mala pasada para Carlos. El jefe de bomberos había visto con detenimiento su gran interés y le propuso a su papá que su hijo también pudiera participar.
“Mi mamá no quería que entrara, pero mi papá sí, estaba seguro de que me iban a cuidar. Ahí fue cuando entré a la institución. Tenía 12 años y fue el 21 de octubre del 81. Todos me cuidaban mucho, me entrenaban, me hacían tirar las mangueras. Pero más que nada hacía la parte administrativa de los registros con la máquina de escribir, era una suerte de secretario privado del jefe, pero a la vez aprendía”, relata.
Los bomberos también querían que Carlos, además de estar en el cuartel, estudiara una carrera universitaria. Así fue como se decidió a cursar Ingeniería en Seguridad e Higiene en el Trabajo.
“Mientras estudiaba, leía un montón sobre bomberos, pedía prestados libros. Eso me fue formando como bombero. No salía los fines de semana, ni tampoco conocí una matiné. Siempre me aboqué a esto”, expresa.
En 1996, con 27 años, Carlos pasó a ser vicedirector del cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca; fue el directivo más joven de la institución. Unos años después, por la juventud, la falta de experiencia, se retiró. “Yo había prometido que a los 50 años volvía, pero el 2004 volví a entrar al cuartel, vi que había una situación económicamente muy delicada, y bueno, me arrastró la vocación, la devoción por la institución, el amor, el compromiso, y me quedé”, manifiesta.
Pasaron 20 años desde que Milanesi ocupa el mismo cargo. Todos continúan saludándolo como cuando tenía 12 años. “Todavía sigo siendo Carlitos para ellos, porque me conocen desde muy chico”, dice. “Si miro para atrás, la verdad que todo también fue gracias a mi familia porque ellos siempre me ayudaron. Por ejemplo, recuerdo a mi hermano, que es dos años menor que yo, que cuando sonaba la sirena me llamaba o me ayudaba a cambiarme, o mi hermana que me buscaba la campera por si llovía”, recuerda y dice al terminar que ser bombero “es un orgullo”.
Momentos que dejan huella
“Carlitos”, como le dicen sus colegas, recuerda la vez cuando sintió que su vida se puso en juego en 1985. “Cuando entramos al incendio de la fábrica Canale, vimos que era de gran magnitud lo que iba a pasar. Habíamos visto unas rajaduras en las medianeras. Nos corrimos, pero a las pocas horas se escuchó un ruido y se empezó a producir un derrumbe”, cuenta.
A los pocos segundos, Milanesi estaba envuelto en una nube de polvo mezclado con humo y ladrillos que le iban cayendo sobre su cuerpo. “Buscaba desesperadamente la luz, el oxígeno, el aire. Fueron pocos minutos, pero para mi fue una eternidad. Tuve temor de perder mi vida”, relata.
El hombre participó de muchos incendios y algunos todavía le quedaron en la retina, como el del Buque Tanque Perito Moreno en Dock Sud, en 1984. “Fue un incendio complejo por el lugar donde estaba el barco. Pudo haber sido una catástrofe, pero pudimos frenarlo. Ese momento siempre lo tengo presente porque fue un incendio muy grande”, explica.
Carlos tampoco olvida la tragedia más reciente, la de Iron Mountain en 2014. “Un colega nos pidió que los directivos que vivíamos cerca nos acercáramos urgente al lugar. En ese momento había caído una pared que mató a varios bomberos. Si bien no participé en ninguna situación de rescate, sentía el dolor de mis compañeros. Nunca habíamos tenido una experiencia de esta naturaleza», dice con angustia.
«Fue un momento muy difícil de sobrellevar, porque creo que uno de los sentimientos entre los seres humanos más contagiosos es el dolor. Pero a la vez mi responsabilidad hacía que no pudiera flaquear, porque era un momento donde en algún lado ellos tenían que ampararse”, agrega.
Como directivo, Milanesi no participa de los incendios, pero aún sigue sintiendo la adrenalina a flor de pie cuando escucha sonar la sirena. “Las ganas de participar y querer ir no se van”, confiesa. Sin embargo, siempre que hay un caso de gran magnitud se acerca al lugar a acompañar, desde afuera, a sus compañeros.
“Los chicos lo hacen mejor. Les tengo una gran admiración. Yo por mi rol, por mi estado físico, por mi timing y la emergencia no podría ir a un incendio, pero sé que ellos lo hacen mejor que yo –remarca–. Ser bombero es siempre, pero hoy ellos son más bomberos que yo”, señala.
El festejo del cuartel
Este domingo, tanto Carlos como el resto de sus compañeros celebrarán su día, pero no es solo una fecha más: el cuartel que lo vio crecer cumplirá nada más y nada menos que 140 años. Por esa razón, desde las 10.30, en avenida Don Pedro de Mendoza al 1700 se realizará un gran desfile en el que participarán decenas de cuerpos de bomberos y autobombas con los colores característicos de su lugar de pertenencia: azul y amarillo.
El cuartel de Bomberos Voluntarios de La Boca fue fundado el 2 de junio de 1884 y fue el primero en instalarse en el país, cumpliendo desde ese entonces un servicio ininterrumpido a la comunidad. Su actual edificio fue inaugurado en 1900.
En el cuartel, se conserva la primera autobomba del país, bautizada con el nombre de «La Argentina». Fue recibida en donación en 1886 de la Capitanía de Puertos. El ejemplo de los Bomberos Voluntarios de La Boca sirvió, a lo largo de los años, como puntapié para la creación de cuerpos similares en todo el país.
Este domingo esperan a todos los vecinos para que, además de disfrutar de un chocolate caliente y un gran desfile, puedan conocer y ver la historia en cada una de las instalaciones del cuartel.