«Ser minero es un trabajo duro, pero digno»
Ariel Castillo nació predestinado a la minería. De hecho, se crió en ese pequeño poblado, ya desaparecido, que se construyó alrededor de la mina Tincalayu, en la parte salteña del Salar del Hombre Muerto, donde trabajaba su padre. Luego, se mudó a San Antonio de los Cobres, donde cursó la secundaria y en la actualidad, con 42 años de edad, se desempeña, ya desde hace 10, como operador de maquinarias en la minera Bórax.
Ariel Castillo nació predestinado a la minería. De hecho, se crió en ese pequeño poblado, ya desaparecido, que se construyó alrededor de la mina Tincalayu, en la parte salteña del Salar del Hombre Muerto, donde trabajaba su padre. Luego, se mudó a San Antonio de los Cobres, donde cursó la secundaria y en la actualidad, con 42 años de edad, se desempeña, ya desde hace 10, como operador de maquinarias en la minera Bórax.
«Soy de una familia minera», contó Ariel a El Tribuno. «Mi papá siempre fue un minero, se jubiló hace un año», relató .
En Tincalayu se desarrolló un pueblo que llegó a contar con 500 habitantes en la década de 1980, disponiendo de hospital, escuela y destacamento policial, los que apuntalaban la soberanía sobre aquel salar que comparten Salta y Catamarca.
Antes de llegar a Bórax, Ariel transitó por distintas partes del país siempre trabajando con máquinas pesadas. Cuando volvió a la Puna salteña, ya no se fue más. En la actualidad reside con su esposa en Salta capital y tienen una hija que estudia licenciatura en Historia. Cada 14 días viaja a Tincalayu y trabaja en el lugar durante la misma cantidad de días.
«Ser minero es un trabajo duro, pero digno», afirmó. Y rápidamente señaló que «no es una tarea para cualquiera», por las difíciles condiciones climáticas y de altura de la Puna, además del tiempo que deben permanecer lejos de casa.
«Muchos vinieron a la mina y no aguantaron ni tres días. Extrañaban o no aguantaban el clima. Hay que hacer un tiempo de adaptación para estar aquí», dijo.
Aún así, Ariel afirmó que en la mina se forma como una familia entre los trabajadores. «Acá la llamamos la segunda familia», señaló el minero.
Caminos precarios
Además de operar maquinarias en el yacimiento de boratos también le toca ser chofer de camión. En esa línea, contó el padecimiento de todos los que transitan por las deterioradas y precarias rutas puneñas.
«Los caminos están un desastre, falta mantenimiento, falta nivelación de las rutas en muchos tramos, aunque en algunas partes se están arreglando de a poco», describió el trabajador.