12 de octubre de 2024

La emboscada enloqueció al Gobierno

La compra del voto líquido -una transacción que puede parecerse a una extorsión de quienes apoyan con fuerza propia a un Ejecutivo débil- le sale al gobierno cada vez más cara. Para la insistencia en el veto de las jubilaciones, el oficialismo ganó por una diferencia de 13 votos.

La insistencia sobre universidades se logró por apenas 4 votos, en una sesión de pase de facturas que pueden complicarlo más al gobierno. El recinto aprobó un emplazamiento que obliga a que el 30 de octubre se dictamine un proyecto que limita el uso de los DNU por parte del Ejecutivo.

Hay un cúmulo de iniciativas para ponerle rigor a la liberalidad del proyecto que promovió Cristina de Kirchner en 2006, que valida esos instrumentos salvo que los rechacen las dos Cámaras del Congreso. La línea que unifica a todas las iniciativas es que bastará con una sola de las Cámaras para limitar los decretazos.

¿Valía la pena la pelea con el Congreso si el tema universitario no termina aquí? Seguirá ahora en el debate del presupuesto 2025. El gobierno, además, cedió fondos para apaciguar las iras y ya puede estar gastándose más de lo que implicaba la ley vetada.

Si el gobierno no se hubiera empecinado en el veto a los jubilados y a los universitarios, la mayoría de los diputados (más 160 votos cada vez en las dos insistencias contra los vetos que fracasaron) no se habría movilizado para quitarle al gobierno la herramienta que ha elegido para gobernar sin el Congreso. Es discutible que el costo fiscal arruinase la economía del país.

Lo que prefirió el gobierno es embarcarse en la guerra cultural contra emblemas como la educación pública y las jubilaciones, con los que se identifican la oposición amigable y también la del peronismo. Por tener un gesto testimonial no se sabe frente a quién, se infringe un daño que puede comprometer a futuros gobiernos, que pueden necesitar, en algunas oportunidades, que se les respete la sanción ficta de los DNU.

LETAL PARA EL CESARISMO DE MILEI

La intimación el plazo para tratar el tema de la limitación a los DNU motivó una discusión pública en el recinto y otras más discretas por chateos y telefonazos. Diputados del bloque Encuentro Federal, Pichetto conducción, la trajeron por fuera del menú convenido en la reunión previa de Labor Parlamentaria.

El secretario de esa bancada Oscar Agost Carreño le avisó a Martín Menem que iba a plantear la moción de emplazamiento. Era una gentileza para que el gobierno tuviera tiempo para alguna respuesta, que no encontró. Nicolás Massot, del mismo grupo, atizó a Menem para que pasara a votación. Cristian Ritondo aprovechó para hacerlo enojar a Miguel Pichetto por ese pedido fuera de libreto.

Durante esos cruces odiosos entre las bancas se encendieron las alarmas en el gobierno y llovieron las presiones sobre los diputados para evitar que se disparase ese misil, que puede ser letal para cesarismo de Milei. Pichetto venía de pronunciar el discurso más contundente sobre el veto universitario como una derrota.

Prolijo, Juan Manuel López recordó que los emplazamientos no contradicen la ley y deben ser admitidos. Se hizo a mano alzada para proteger la identidad de los aliados del gobierno en la Cámara, en particular al PRO.

LA SOMBRA DE RITONDO SOBRE MARTÍN M

Estos roces ocurren a pocos meses de la renovación de las autoridades de la Cámara. Martín Menem está en capilla por el destrato a quienes no responden al gobierno. Preside las sesiones con el solo propósito de controlar los minutos de cada orador. Se limita a ser un acomodador de sala que ha llegado a cortarle el micrófono a algún diputado. Pondera, en una disfunción de su tarea, lo formal por sobre el contenido, en un foro hecho para hablar, en donde los diputados jamás se enojarían con alguien porque hablase.

El ascenso de Ritondo en la escala zoológica del oficialismo renueva la amenaza reemplazarlo. Es el cargo que pidió Macri para Cristian en la primera reunión con Milei en Acassuso. No le cumplieron, pero ahora Macri tiene más poder que entonces. Ha demostrado que el gobierno depende de él en el Congreso. Es el dueño de los vetos.

Le puso algo de rock and roll a este proyecto Silvana Giudici, secretaria del bloque PRO cuando recordó: «Fui testigo de lo que ocurrió cuando en este Congreso tuvimos la posibilidad de arrebatarle la Presidencia al partido gobernante. En esa oportunidad la doctora Carrió dijo: “Señores, eso no se hace.” Entonces, no tomamos la Presidencia. ¿Por qué? Porque nosotros somos respetuosos de las instituciones». Ocurrió en 2009.

Cecilia Moreau le agregó ritmo: «Les recuerdo que este recinto tiene plena soberanía para modificar las autoridades y la conformación de las comisiones. Es una resolución del recinto.» En una Cámara en la que las oposiciones tienen más de 160 votos estos comentarios producen escalofrío en el oficialismo.

EL PERONISMO MÁS DÉBIL QUE NUNCA

Hacer política es agarrar la bicha con la mano. Que no te pique y que la ponzoña hiera al enemigo. El gobierno festeja el retorno de Cristina porque le permite recrear la polarización electoral del año pasado. Debió leer el mensaje de ella, en el cual admite que “hoy el peronismo sólo gobierna 5 de las 23 provincias argentinas y perdió la mayoría en la Cámara de Senadores; siendo esta una situación de pérdida de representación institucional inédita en el período democrático”. Omitió decir que fue ella quien condujo ese proceso de jibarización del peronismo.

El gobierno imagina un adversario con quien apalancar una campaña que polarice dos extremos; se imagina como un bastión de la guerra cultural contra el tercerismo peronista. El peronismo aprovechará para alzarse como el polo que defiende a las víctimas de la economía. Esa táctica tiene que sumar un deflactor de entusiasmos, que es el paso del tiempo.

En 2023 el rechazo del electorado de los grandes distritos dictaminó que el peronismo debía dejar el poder. Aunque costase la elección de un candidato que había sacado en la primera vuelta el 29% de los votos. Dos años más tarde el público se preguntará si el gobierno que nació de ese parto de los montes se puede sostener en el tiempo, o es vulnerable al peronismo que lo enfrentará por la renovación legislativa.

EL EXAMEN QUE MACRI REPROBÓ

Es la prueba que el gobierno de Mauricio Macri no pasó en 2017. Cuando llegó la fecha de la renovación legislativa de ese año, el público, y en particular esa platea para la cual actúan los gobiernos conservadores, los mercados, midieron la vulnerabilidad de aquel gobierno frente al peronismo. ¿Durará esto, convendrá poner una moneda en la Argentina? El juicio fue negativo.

Macri evaluó que su gobierno caía por cuatro razones: 1) que el peronismo estaba cautivo del cristinismo; 2) la sequía; 3) el flight to quality de los emergentes hacia la prosperidad que prometía Donald Trump y 4) la causa cuadernos, que tumbó aquella panacea que eran los Programas de Propiedad Participada, los RIGI que había imaginado su gobierno.

Los socios extranjeros de esos programas tomaron distancia de los empresarios locales implicados en esa denuncia, que es una radiografía de la Argentina empresarial. Todo esto le ocurría a Macri con un riesgo país de 351 puntos (diciembre de 2017).

Milei enfrenta, con un riesgo país de 1138 puntos básicos, la misma pregunta a diez meses de las PASO de 2025. ¿Construyó el gobierno una base sostenible sobre la fuerza de origen que lo puso en funciones en 2023? ¿Es dueño el gobierno del programa y de los gerentes para ponerlo en marcha?

UN MOYANO EN CADA CANASTA

El minué del peronismo reordena las voluntades. Ricardo Quintela avisó el jueves que ya tiene seis distritos que lo apoyan para ser candidato a presidente del PJ nacional. Le basta con cinco para anotarse. Y que tiene los avales necesarios. Ese día la junta electoral del partido aprobó los padrones que habilitan a 3.123.256 afiliados a votar.

Jorge Yoma es uno de los apoderados de Quintela, acompañado de Daniel Llermanos, el abogado de Hugo Moyano, lo que revela el apoyo de esa familia a la aventura del Gitano. En el acto con el gremio de taxistas el miércoles pasado acompañó a Quintela Facundo Moyano. Pablo se sacó la foto con Cristina. Un Moyano en cada canasta.

El no cristinismo de este sector suma a albertistas residuales como Victoria Tolosa Paz, encargada de reunir los avales en la provincia de Buenos Aires, o exfuncionarios como Alberto Pérez, que fue mano derecha de Daniel Scioli, hoy distanciado. Estos movimientos desbaratan algunos proyectos, como la fundación que estaban armando dirigentes como Yoma, Felipe Solá, Nicolás Trotta y otros, albergados por Víctor Santa María.

En este cisma, Yoma quedó del lado de Quintela y Trotta, exministro albertista es uno de quienes llaman pidiendo, en nombre de Máximo, que el Gitano le levante el teléfono a Cristina. También busca votos para Ariel Lijo.

CON AXEL TODO, SIN AXEL NADA

Las elecciones, como los cementerios, son una oportunidad para igualar diferencias. El outsider Quintela, un Milei del peronismo, no le atendió durante varios días el teléfono a Cristina de Kirchner. Disruptivo, ignoró todos los intermediarios que intentaron abrir el diálogo. Si le respondo, argumentaría, no sabría qué decirle, porque no admito ningún plan que no incluya a Axel.

Esa actitud es vicaria de una interpretación abierta de los protagonismos. Supone que Kicillof se resiste una alianza con Cristina porque ella le restaría crédito al supuesto proyecto presidencial del gobernador.

Una cadena se suposiciones colgada de otros tantos preconceptos. Cristina y Axel se necesitan en cualquier escenario y todos juegan con la necesidad de unidad que tiene el peronismo para conservar su competitividad electoral. No resiste Axel un round en una confrontación con Cristina. No resiste ésta un round si lo presiona a Axel en nombre de dirigentes de menor cuantía como Máximo.

Los intermediarios ofrecen que Quintela sea vicepresidente del PJ con Cristina arriba. Él dice que sin Axel no mueve piezas.

Clarín

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *