24 de noviembre de 2024

Crearon un restaurante que se hizo viral por sus lavarropas y venderán un menú por pasos a $ 14.000 en una feria callejera

Es una más de las tantas historias que nos dejó la pandemia, aunque esta tiene su particularidad. Sebastian Antich (34) y Nery Aimale (35) pueden decir que el Covid, a la larga, les terminó haciendo un favor. Claro que antes hubo que pasar meses de zozobra, angustia, reacción y esfuerzo. Pero hubo un elemento en esta historia, uno central y que en definitiva terminó siendo el golpe de suerte del restaurante que tiene esta pareja en pleno Microcentro: un lavarropas.

No es uno, en realidad, sino ocho lavarropas. ¿Qué tienen que ver los lavarropas con un restaurante? Tiempo al tiempo.

Sebastián y Nery se conocieron en 2013 y se pusieron de novios. A los pocos meses, Nery se fue a hacer un master en comunicación política a Barcelona. Allí empezaron a trabajar como administradores de Airbnb, pero vieron que la crisis de los alquileres se estaba gestando en la ciudad española, se casaron y volvieron a la Argentina.

Era mayo de 2019 y comenzaron administrando cinco departamentos en Buenos Aires. En diciembre, tenían cien.

Ahí decidieron montar una base de operaciones, una inmobiliaria donde los huéspedes pudieran dejar las valijas y hacer la entrega de las llaves, y también ellos gestionar el lavado de las sábanas y toallas de los departamentos. El local que encontraron en la calle Maipú casi Paraguay les vino perfecto: lavadero arriba, en la planta baja; inmobiliaria abajo, en el sótano.

Pero… exactamente el día que terminaron de plotear el frente, empezó la cuarentena.

El negocio del Airbnb se derrumbó, y se encontraron con un local enorme en un barrio fantasma. “Nos quedamos con el lugar vacío y sin departamentos para administrar. ¿Qué hacemos con esto?”, grafica Sebastián la desesperación de esos primeros meses.

Apenas se abrió la posibilidad de comer al aire libre, la pareja recalculó. Ninguno de los dos tenía experiencia en el rubro, pero pusieron mesas al aire libre e invitaron cocineros amigos. Cocinar abajo, comer arriba. Y ahí empezó a tomar forma Bocabajo Bocarriba.

“Fue mucho prueba y error. Nos gusta salir a comer y cuando encontramos un sabor, tratamos de plasmarlo. No estaba pensado como un restaurante, pero de repente nos encontramos siendo gastronómicos”, dicen.

Locación secreta. El restaurante funciona en el sótano de un lavadero. Foto Bocabajo Bocarriba Locación secreta. El restaurante funciona en el sótano de un lavadero. Foto Bocabajo Bocarriba

Aprovecharon la movida de Airbnb impulsando las experiencias para turistas y armaron en el sótano una mesa comunitaria donde hacerles conocer la gastronomía y el vino argentino. Y la inmobiliaria-lavadero se terminó convirtiendo en una secret location cada vez más popular.

La magia de la foto

Ese menú original, La Ruta del Vino, sigue siendo uno de los emblemas de Bocabajo Bocarriba, que abre de lunes a sábado con tres experiencias distintas (también tienen una al kamado y un menú por pasos más tradicional). Cada uno de los platos jerarquiza una región del país (ya sea en un producto o una técnica) y el vino es de una bodega de esa zona. Además, la formación de Sebastián en marketing y de Nery en cine completa el combo con una proyección en pantalla gigante que sumerge al comensal en la geografía y la cultura argentina.

Pero lo que hizo conocido primero al restaurante no fue su sólida y elogiada propuesta gastronómica, sino sus famosos lavarropas.

La pareja con los lavarropas que hicieron famoso a su restaurante. Foto Maxi Failla La pareja con los lavarropas que hicieron famoso a su restaurante. Foto Maxi Failla

“Las lavadoras nos ayudaron mucho”, dice Sebastián, un dejo castizo de los años que vivió en España. ¿Qué pasó? Los primeros comensales que iban a hacer la experiencia no podían evitar sacarse una foto delante de esas máquinas tan disruptivas, que nada tenían que ver con la comida.

Uno de esos clientes fue Ricky Sarkany. “Nunca supimos cómo llegó. Pero generosamente se sacó la foto y la subió a sus redes. Nos explotó de seguidores el Instagram, no entendíamos cómo”, cuenta Nery.

El restaurante secreto empezó a hacerse conocido en el mundillo de la farándula: actores, cantantes, políticos, futbolistas, empresarios. “Vinieron Tini (Stoessel), (Darío) Barassi”, nombran a algunos de los clientes.

“La foto fue algo genuino. Nunca pagamos pauta en Instagram”, enfatizan, aunque conceden que la “magia de la viralización de la foto” traccionó como una impensada estrategia de marketing. Tanto, que una de las marcas más populares de jabón para la ropa terminó sponsoreando los lavarropas.

El equipo del restaurante, que tiene una atractiva propuesta de menú por pasos. Foto Bocabajo BocarribaEl equipo del restaurante, que tiene una atractiva propuesta de menú por pasos. Foto Bocabajo Bocarriba

“Es la que usábamos para lavar la blanquería. La gente venía y agarraba los envases para hacerse la foto. Nuestros amigos nos decían ‘Che, le están haciendo publicidad gratis’. Así que un día le escribimos, de nuestro Instagram a su Instagram. Y nos respondieron”, explican sobre esta jugada absolutamente “orgánica” que no les reporta publicidad, pero sí les bonifica el uso del jabón. Volvieron a tener un centenar de departamentos para los que hacen 25 lavados diarios, y durante el día el lugar también funciona como un lavadero común.

Un menú degustación en una plaza

El gran desafío hoy de Nery y Sebastián es mostrarle al público foodie que su restaurante es mucho más que marketing, con un menú de pasos que llevan adelante los jóvenes Tomás de Felice y Tomás Zárate, chef y sommelier respectivamente. “De Felice logró recorridos golosos contemporáneos bien sincronizados. Los alimentó con buena materia prima argentina plasmada con convicción y buena técnica, inspirándose en reminiscencias francesas y en menor medida, latinas y asiáticas”, lo destacó en marzo Pietro Sorba, crítico enogastronómico de Clarín, luego de calificarlo con cuatro estrellas.

Para dar a conocer su cocina, la pareja decidió sumarse este fin de semana a Sabor a Buenos Aires, el festival gastronómico con entrada gratuita que se hará por primera vez en el Parque Thays y que buscará mostrar la diversidad de la gastronomía porteña.

El festival lo organiza el Ministerio de Desarrollo Económico con el apoyo de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés, la Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas, y la Asociación de Fabricantes Artesanales de Helados. Será el sábado de 10 a 22 y el domingo de 10 a 20 en Libertador y Ayacucho.

La molleja al kamado, uno de los platos que tendrá su versión en el festival Sabor a Buenos Aires. Foto Bocabajo BocarribaLa molleja al kamado, uno de los platos que tendrá su versión en el festival Sabor a Buenos Aires. Foto Bocabajo Bocarriba

Habrá más de 40 puestos gastronómicos con bodegones tradicionales, restaurantes de autor, pizzerías, bares de vinos, cocina vegana, pastelerías modernas, cafés notables, heladerías artesanales y cafeterías de especialidad, a precios promocionales. Los restaurantes tendrán que ofrecer al menos un plato por $ 5.000, las pastelerías y los cafés una opción desde $ 1.000, y las heladerías desde $ 1.500.

Bocabajo Bocarriba buscará replicar su menú degustación, un desafío innovador y complejo en una feria callejera. Llevará seis platos, y el público podrá elegir dos pasos salados y uno dulce por $ 14.000, o comprarlos separado entre $ 5.000 y $ 7.000. Habrá por ejemplo molleja al kamado con puré de coliflor ahumado o cremoso de chocolate 70% con oliva y escamas de sal.

La apuesta de la pareja es expandir su público y adelantar la nueva experiencia que sumarán el mes próximo al restaurante: “Muchachos”, un menú en el que el público se irá comiendo a los rivales que sorteó Argentina hasta ganar el Mundial en Qatar. “Nuestro sueño es que venga Messi”, se ilusionan.

Clarín

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *